A Héctor O’Neill

A las primeras dos damas que el alcalde de Guaynabo le faltó el respeto fue: primero a su señora madre y segundo a su esposa. El alcalde Héctor O’Neill no lo sabe o, si lo sabe, se le olvidó lo que dice el apóstol Pedro en su primera carta universal en el capítulo tres, versículo siete. - La mujer debe ser tratada con delicadeza, sabiduría y respeto. Comparando a las mujeres con un vaso cristalino, frágil y delicado.

Señor Alcalde, por favor renuncie. Dios le había extendido su misericordia todo este tiempo, pero usted siguió haciendo lo malo...

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