Hijos del perdón y la esperanza

Por Osman Pérez Méndez

osman.perez@gfrmedia.com

Ese es el mensaje alentador con el que una joven que está bajo la tutela del Departamento de la Familia cerró el relato que redactó ayer en un taller del Festival de la Palabra, impartido por la escritora Mayra Santos Febres.

Con voz entrecortada y lágrimas que rodaban por sus mejillas, la adolescente había comenzado narrando que "nunca he tenido un beso o un abrazo de mi familia" y prosiguió describiendo el rechazo expreso de su padre. Pero cerró con una nota de optimismo al afirmar que se niega a imitar la conducta de sus padres.

Esta escena real se produjo ayer en el Museo de Arte de Puerto Rico, que acogió ayer en cientos de niños, niñas y jóvenes que, por diversas razones, están bajo la custodia de Familia, y aprovechó la coyuntura del Festival de la Palabra, para que el grupo diera rienda suelta a su creatividad, ya fuera escribiendo, dibujando o simplemente jugando.

Unos pequeños disfrutaban entre risas y aplausos de los educativos comentarios sobre alimentación de una payasita, mientras otros jugaban tomados de las manos bajo una carpa, y otros disfrutaban de los peces en el estanque del patio del Museo. Bajo otras carpas, había teatro, lectura de cuentos, mientras que otro grupo escribía sus propias vivencias.

"Ellos están bien contentos con esta actividad", dijo sonriente y visiblemente emocionada la secretaria de Familia, Idalia Colón Rondón, mientras recorría el patio del museo santurcino. "Se trata de niños y jóvenes a los que el Departamento de Familia ha tenido que remover de sus familias por diferentes situaciones, de abusos, maltratos, violaciones. Vienen de toda la Isla", explicó. A los niños y adolescentes, aunque ayer se les veía reír, jugar y bromear, al escribir dejaban ver las huellas de sus heridas físicas y emocionales.

Otros escribieron sobre sus miedos, el destino, la timidez, o su primer beso, mientras Santos Febres se desbordaba de pasión ante los 11 jóvenes universitarios a la hora de darles guías para escribir, y escuchaba sus lecturas, a veces con los ojos cerrados, resaltando que se podía sentir a través de las palabras el ambiente que describían.

"Me tienen que contar cómo fue, dónde fue. Describan qué pasó, si fue como lo pensaban. Describan la escena, los sentimientos, expliquen", les decía la escritora y profesora.

Algunos se animaban a leer, otros mostraban timidez y necesitaban ser convencidos a aventurarse en el foro. Sus cortas historias estaban llenas...

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