Hilo y aguja para combatir el COVID-19

Una maestra retirada, una empresaria y una cooperativista han transformado la emergencia de salud pública por el COVID-19 en una oportunidad para aportar al bienestar de miles de personas y, al mismo tiempo, sentir un alivio del confinamiento que inició en marzo.Lillian Fontánez Ortega, de 61 años, y Lydia Esther Rodríguez Pérez y Carmen Cruz Ortiz, ambas de 69 años, se han dedicado a confeccionar mascarillas y batas para profesionales de la salud, compañías y el público en general desde la Cooperativa Industrial en Comerío. Allí laboran 24 personas en total, de las cuales solo tres reciben salario, mientras que los demás trabajan voluntariamente."Si nos quedamos en las casas, nos volvemos locas. Aunque nos tenemos que cuidar, esto le sirve a uno de terapia porque uno va y habla y se entretiene", describe Lillian, quien está ligada a la historia de la Cooperativa Industrial desde sus inicios.En 1992, participó de la asamblea de socios de la Cooperativa de Ahorro y Crédito la Comerieña, en la que decidieron crear una entidad cooperativista industrial y fue parte del grupo que se capacitó para organizarla. Había laborado como supervisora en una compañía, así que ya tenía algún conocimiento administrativo que la ayudó a presidir la Cooperativa Industrial durante 10 de los 18 años que laboró allí.La organización llegó para generar parte de los trabajos que se eliminaron con el cierre de industrias en Comerío y en otros municipios en aquellos años. La gestión comenzó con la confección de sudaderas, ropa y uniformes y llegó a ocupar tres edificios y emplear 236 personas, pero con el tiempo los contratos se cancelaron y la producción mermó significativamente.En 2018, hubo una reunión para decidir la suerte de la ya mermada entidad, y Lillian, que ya se había retirado y tenía una pensión por incapacidad, pidió la oportunidad de levantar otra vez la producción. Entonces, formó un grupo de ocho personas, cinco de las cuales trabajan de forma voluntaria y tres con salario; y el municipio les dio apoyo y les encargó la confección de los uniformes de los empleados y de la escuela especializada en béisbol. Con el ingreso que generaban se dedicaron a pagar las deudas que quedaban pendientes.Entonces, empezó el contagio con el coronavirus y la política pública del distanciamiento social y la cuarentena."Estábamos en las casas y me llamaron del Municipio de Comerío a ver si les podíamos hacer unas mascarillas. Les dije que tenía que ver si las personas...

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