Hipnótica y seductora

Por Juanma Fernández-París

Especial El Nuevo Día

El problema es que el cineasta parece creer la convención principal que le permite al guión de John Ahearne y John Hodge desafiar la lógica y eventualmente resultar en un rompecabezas cinematográfico que jamás puede ser armado de una forma que sea satisfactoria.

Tanto el director como el resto del equipo de la producción parecen estar aspirando a crear la misma atmósfera de un filme como Inception. Pero no se tomaron la molestia de crear una serie de reglas que les permitiera justificar los huecos gigantescos que tiene el guión para crear suspenso y sostener el interés del espectador.

La película tiene el tipo de trama en la que no se puede confiar en lo que dicen los personajes, pues todos tienen secretos y una tendencia irritante a mentir. Esto incluye a Simon (James McAvoy), quien ha sido seleccionado como el narrador de la historia principal.

Aunque el resultado final no sea particularmente satisfactorio, con lo que sí cuenta la película es con la habilidad para sorprender. Esto no se logra de una forma muy profunda, aunque sostiene bastante los niveles de intriga como para que el filme nunca deje de ser interesante o entretenido. Tomando esto en consideración, mientras menos detalles se ofrezcan de la trama mejor será para aquellos que decidan arriesgarse a ver la producción.

Sí se puede mencionar que una deuda considerable empuja a Simon a ser partícipe del robo de una pintura de mucho valor. La primera secuencia del filme es la ejecución del robo en el que todo parece haber funcionado perfectamente y la primera vez de muchas veces en esta cinta donde no todo es lo que aparenta.

Resulta que al...

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