Historia de una decepción

Mucho se ha dicho sobre la acogida favorable que tuvo en Puerto Rico la invasión estadounidense de 1898. Este ensayo investigativo, muy bien documentado, elabora una explicación fundamentada en la esperanza de modernización, progreso, democracia e igualdad de derechos ciudadanos que representaba el país invasor. El liderato puertorriqueño confiaba en que el triunfo estadounidense propiciaría tales condiciones. Las proclamas explícitas -como la del general Miles- parecían asegurarlo. Estados Unidos no sería un conquistador sino un libertador que facilitaría la puesta al día de nuestra industria, comercio y gobierno. La incorporación de la isla a la sociedad estadounidense -algo que los líderes daban por hecho- no significaría pertenencia sino participación en sus bondades políticas y una medida mayor de "self-government". Se aspiraba a una ciudadanía americana "cívica y estatal más que nacional y comunitaria". Nadie imaginó que la tradición, la lengua y la cultura propias fueran un obstáculo.La credulidad y confianza estuvieron mal encaminadas. Decepcionadas por la imposición de un gobierno militar en la isla como primera medida administrativa y, luego, por las limitaciones de la Ley Foraker de 1900, las clases dirigentes puertorriqueñas -homologadas por los estadounidenses con el resto de la población- se encontraron perplejas. Sus reclamos de igualdad fueron consistentemente ignorados, al igual que las exigencias de gobierno propio.La decepción (el desengaño) de los puertorriqueños fue tan grande como la decepción (el engaño) practicado por los estadounidenses. En un juego de espejos invertidos, los puertorriqueños no reconocieron que los preceptos democráticos de igualdad y libertad que fundamentan la nación americana están minados por profundas contradicciones, sobre todo el mito de que son una nación blanca, protestante y angloparlante, condiciones que han fomentado una larga historia de racismos y exclusiones. Esa pugna fundamental sigue ocasionando conflictos aún hoy.La prioridad que durante el siglo XIX Puerto Rico le dio al progreso político por sobre el aspecto cultural de la nacionalidad -lengua, tradición, cultura, cuyo arraigo fundamental nadie ponía en duda - chocó con las prioridades estadounidenses. Para ellos sí estaban en juego los...

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