Historia y ficción: ¿cuál es más dramática?

La relación del gobierno de Estados Unidos con los indígenas que ocupaban las tierras del país antes de la llegada de los europeos ha sido siempre asunto de lágrimas. Se trata de un rosario de injusticias: robos, atropellos, fraudes… también asesinatos.

Un episodio especialmente dramático sucedido en los años 20 del pasado siglo se relaciona con los indios Osage que ocupaban las praderas del Medio Oeste del país. Fieros y altivos, los Osage guerreaban constantemente no solo contra los blancos, sino contra otros indígenas. A raíz de varios tratados de principios del siglo XIX, les cedieron millones de acres de sus tierras al gobierno federal a cambio de su protección contra otras tribus (no la obtuvieron).

Se les obligó luego a abandonar el territorio que ocupaban en lo que es hoy Kansas y a asentarse en las tierras inhóspitas de una parte de Oklahoma. A principios del siglo XX se encontró allí petróleo. Como los Osage habían comprado los terrenos de su reserva y los derechos sobre el subsuelo, vendieron los derechos de explotación y se hicieron ricos. En 1923, la tribu recibía $30 millones al año que repartía entre sus miembros (aunque el gobierno federal los obligaba a tener “tutores” que reglamentaran su gasto).

Fue una época de consumo -y derroche- desmedidos. También de codicia. Proliferaron las apropiaciones ilegítimas de los derechos de los indígenas mediante el fraude, el robo y los matrimonios arreglados para heredar los derechos; también los asesinatos. Entre 1921 y 1926, un “Reino del Terror” dejó el saldo de por lo menos 60 Osage asesinados.

Este libro se lee como una historia detectivesca, pero es el resultado de una investigación hecha por David Grann ( autor de “The Lost City of Z”), quien describe y documenta algunos asesinatos. Concentra sobre la familia de Mollie Burkhart, cuya madre y tres hermanas sucumbieron ante una conspiración cuya finalidad era convertirla en heredera para después liquidarla (también mataron a un cuñado, dos investigadores y otros conocidos suyos). Casada con un americano blanco, Ernest Burkhart, Mollie también se vio a un paso de morir envenenada.

Al evidenciarse el patrón malicioso de los crímenes, las autoridades locales resultaron ineficaces en la investigación. Estaban, al parecer, comprometidas con los perpetradores, entre ellos el poderoso hombre de negocios William Hale, experto en chantajes y sobornos. Apelando al gobierno federal, los...

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