Honor a tres grandes gobernadores

ANTONIO QUIÑONES CALDERÓN

ESCRITOR Y PERIODISTA

Todo comenzó una tarde de 1964 en la tan recordada sala de redacción del periódico El Mundo en el Viejo San Juan cuando se me acercó el subdirector Mike Santín para preguntarme: "¿Te atreves montarte en el caballo de La Fortaleza?". Confieso que, puro jibarito de Añasco con menos de dos años "en la loza", como decíamos por allá a la capital, pensé que se trataba de una tomadura de pelo de parte del jefe.

Sorprendido como me observó, Mike aclaró la cosa. Me explicó: "Mira, lo que pasa es que Darío Carlo (el veterano periodista que cubría La Fortaleza) tiene un asunto familiar que resolver y no va a poder seguir cubriendo a Muñoz. ¿Te atreves sustituirlo?".

Mi respuesta fue un rápido y resonante: "Claro que sí". Desde luego, era consciente de la gran responsabilidad que conllevaba informar no sólo desde la más importante fuente de noticias, sino además desde el centro del poder público que dirigía un gobernante de la inmensidad política e intelectual de Luis Muñoz Marín.

Recuerdo vivamente cómo en cada palabra que pronunciaba, en cada ley que firmaba, en cada propuesta de gobierno que anticipaba y en cada reacción a los naturales ataques de la oposición, Muñoz reafirmaba la dignidad y el comportamiento ético con que ejercía su mandato. Una dignidad y una ética que siempre tuvieron influencia ejemplar sobre sus jefes de agencias y departamentos.

Cuando muchos años después otro gobernador protagonizó en la casa de gobierno un espectáculo denigrante con una muñeca bochinchera, recordé un incidente ocurrido durante aquel año que cubrí a Muñoz.

Un promotor deportivo llevó a un boxeador puertorriqueño que había retenido su título mundial en San Juan para que el gobernador lo felicitara personalmente.

En un momento dado, el promotor sacó de algún sitio dos pares de guantes de boxeo, le entregó uno al boxeador y el otro Muñoz, a quien le pidió que fingiera lanzarle unos puños al boxeador. Con gran dignidad, Muñoz rehusó los guantes, diciéndole al promotor, que de paso era amigo suyo: "Yo no soy boxeador, yo soy el gobernador de Puerto Rico".

Elegido Sánchez Vilella el...

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