Húyele a los cucos viajeros

Por Penélope Chic

Y es que pareciera que me persiguen los cucos. ¿Quieres conocerlos? Veamos.

Lo siento. Puede que no sea políticamente correcto, pero todos en su momento hemos sido víctimas del grito constante de un bebé o de las patadas insistentes de una pequeña a nuestro asiento. Y que quede claro, una cosa es soportar el llanto de un niñito por una o dos horas, pero cuatro, seis y hasta nueve horas de gritos son capaces de desquiciar al más sosegado de los mortales.

Sé que la presión de la cabina del avión provoca dolor en los oídos de los pequeños, además de que debe ser bastante incómodo estar sentado en una falda, pero mamá y papá deben tomar previsiones y no permitir semejante tortura al viajero que, al igual que ellos pagó la misma tarifa y merece un viaje tranquilo.

Y si el llanto es molestoso, ni hablar de las patadas en los asientos. Recién regresé de New York en un vuelo en que el chico sentado detrás de mí, se la pasó dando patadas a mi asiento. Cuando intenté hablar con los padres, se molestaron y me pidieron condescendencia con el menor. Pues no, ninguna. Hablé con la asistente de vuelos y les requirió que atendieran el asunto.

Para nada pienso que deben encadenarlos en una zona especial, pero sí creo que las aerolíneas deben crear zonas especiales, confortables y cómodas para que los niños puedan viajar dormidos o entretenidos.

Recuerdo en un viaje que realicé a Europa cuando llegó mi vecino de asiento. Se veía de lo más atractivo hasta que levantó los brazos para guardar su equipaje en el compartimento de mano. Por poco me desmayo del golpe que recibí por la peste a sudor. Este caballero no tenía idea de lo que era...

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