Los igualitos

WILDA RODRÍGUEZ

PERIODISTA

Al PPD se le acusa de parecerse al PNP en cuestiones específicas, ideológicas todas. Ambos se conciben como partidos anexionistas con diferentes grados de adhesión permanente a la metrópolis. Ambos son partidos conservadores que defienden a ultranza el sistema, ambos se consideran capitalistas y ambos ensayan un programa administrativo jerárquico y burocrático que no varía en su forma de hacer las cosas y en el que prima siempre el concepto de claque y de beneficio para los amigos de la administración en el poder y del partido. Ambos también se contradicen ideológicamente a la menor provocación.

Tampoco hay duda sobre las diferencias que existen entre ambos. Uno es burdo, pillo y más corrupto que el otro. El PNP le da mano y muñeca al PPD en corrupción, saqueo del dinero público y en sus estilos insolentes, ordinarios y repugnantes. Hay más maleantes en el PNP. En términos generales y con sus debidas excepciones, el liderato del PPD es más culto, más educado, más civil. El del PNP, también con sus excepciones, es grosero, chabacano, vulgar y hasta violento.

Por que todo esto está claro, el lloriqueo del PPD es innecesario. Surge con motivo de la pugna electoral sobre las primarias que va el miércoles ante la consideración del Tribunal Supremo - que también sabemos de que pata cojea.

Lo que está en juego es que esta vez los partidos de mayoría no se ponen de acuerdo para cubrirse las espaldas. Antes se escudaban en el que a la vuelta cualquiera podía hacer lo mismo que el otro y el país ni se enteraba de las intrigas de palacio en las primarias que controlan los partidos para sí mismos. Esta vez, al PNP se le fue la mano y está pasando trabajo para meter el gato en el saco. Pues, hala, para el Supremo a ver si esos tipos que pusieron allí sirven para...

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