SIN IMAGINACIÓN NO HAY JUEGO

Por carmen Graciela Díaz.Especial El Nuevo Día

foto por DENNIS M. RIVERA PICHARDO

El creador de historias de fantasía y ciencia ficción, títulos como Historias atroces y novelas gráficas como Ánima Sola se imagina, asimismo, un escenario tan curioso como seductoramente divertido.

"Visualizo un futuro en donde se produzcan este tipo de aventuras, juegos, interacciones, como quieras llamarle, en donde vas a involucrarte de manera total, espiritual. Yo visualizo, y esto es ciencia ficción, una cápsula donde tú entras y te conectas neurológicamente, o tipo The Matrix con una conexión espinal, y entras en una realidad virtual, en un juego, donde eres otra persona, tus circunstancias son otras, hay otro mundo, algo así como el 'holodeck' de Star Trek donde iban a entretenerse. ¿Y quién sabe si nosotros estamos conectados en algún sitio?", propone.

Se trata de un autor con una narrativa en la que se percibe el papel que han tenido retóricas audiovisuales como los videojuegos en su ojo. "Desde que yo era pequeño pasaba mis sábados y domingos haciendo dos cosas: viendo películas y jugando videojuegos. Mis hermanos y yo somos de la generación del Atari, y veíamos las mismas películas Close Encounters, Superman, Planet of the Apes, una y otra vez", narra de esos filmes que podría recitar de memoria y de los videojuegos que siguen en su vida pero claro, la advertencia no tarda: los juegos que aprecia deben poseer una buena historia y cita a Uncharted, Dead Space y Red Dead Redemption como ejemplos de ello.

Narrativas con visos de imaginación como la exploración del futuro, el terror y el horror que priman en su obra no han sido usuales en Puerto Rico, por eso, afirma que su tránsito de fanático de ciencia ficción a escritor que empezó a publicar a partir del 1989 fue difícil al principio.

"Siempre me pareció que el ejercicio de la literatura tenía que ser un ejercicio de la imaginación y eso contrastaba bastante con el discurso que existía que era una cuestión más política, de identidad, de la puertorriqueñidad, el colonialismo. Esas cosas no me interesaban en absoluto, no me parecía que tenían que estar en mi literatura", precisa quien inició sus ejercicios creativos buscando lo que no encontraba; algo más visceral y más visual para que el lector lo vea en el cine de su cabeza, como dice.

Armado de esa visualidad, declara que cuando maneja la realidad caribeña "necesita" anclarse en la imaginación.

Esa es su clave para evitar que le salga "un...

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