Impregnada la violencia en el diario vivir

Por Ana Teresa Toro

ana.toro@elnuevodia.com

Casi semanalmente se hace pública la noticia de un asesinato en una autopista, en una acera o en un centro comercial a plena luz del día, con testigos que nada tienen que ver con los implicados y muchas veces con víctimas inocentes. El suceso más reciente ocurrió el pasado sábado, cuando a las 2:05 p.m. fue asesinado el joven de 22 años Rafael Daniel Pizarro Arzuaga en el estacionamiento de San Patricio Plaza, precisamente en una de las fechas en que más público acude al centro comercial que tiene a su haber otro asesinato ocurrido el 14 de febrero pasado -otra fecha concurrida- en el área de restaurantes.

Más allá del temor que esto pueda despertar o de la ansiedad de pensar que no se está seguro en ninguna parte, esto es síntoma de mucho más.

"Se destruye el imaginario de que los narcotraficantes se matan entre ellos y de que el resto de la población puede estar tranquila. Existía la idea de que la violencia ocurría en los guetos, en zonas aisladas, y de repente el 100 x 35 se va construyendo como un gran gueto", observa el sociólogo Alfredo Carrasquillo, quien considera que los actos públicos de violencia emulan la estrategia de la guillotina que vino después de la Revolución Francesa. "No es ya matar a alguien, sino es hacerlo en público para que sea una lección para otros candidatos a ser asesinados", añade.

Esto se vuelve más evidente cuando ocurre en centros comerciales, considerados por muchos como "las nuevas plazas públicas", dice.

Carlos Severino, sociólogo y decano de la Facultad de Ciencias Sociales del recinto riopedrense de la Universidad de Puerto Rico, señala una raíz.

"Se ha hecho de la violencia una mercancía que idolatramos. Todos los días pensamos en violencia, nos divertimos con...

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