Incoherencias del madrugador

Por Las Tres

Milimari, con sus poco m?de cinco pies, pens?e por fin hab?logrado levitar luego de tantas clases de yoga pues la muchedumbre la elevaba unos cent?tros del suelo. Manolo decidi?e no le importaba parecer un ni?eque? se encaram? el carrito de compras -supuestamente para que nadie lo raptara- pero la verdad es que iba como beb?n cochecito. Manuel dorm?una siesta -sus famosos quince minutos de gracia- en la 4Runner pues subestim? capacidad de convocatoria de la mega tienda.

Antes de las diez de la noche lo que hab?era una t?da fila de poco m?de 30 personas pero al filo de la apertura el barullo superaba por mucho el centenar de cabezas y pares de manos.

-Esto es parte de la tradici?Es como poner el arbolito, como la cena del pavo, como ir a ver las bombillitas. Yo, como orgullosa puertorrique?vengo a la venta del madrugador porque es tradici?He dicho, exclamármela dedicida.

-Yo espero que esa cosa taaaaan especial que vienes a comprar valga la pena el sacrificio de salir de la cama tan temprano justo el d?en que m?ventolera se ha visto. Yo que estaba arropada y hab?podido...

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