La industria del recuerdo

Por carmen Graciela Díaz

Especial El Nuevo Día

Eso que se siente cuando se entra a una tienda de esta naturaleza se magnificará con toda probabilidad mañana, el domingo y el lunes, desde las 10:00 a.m., durante la decimocuarta Feria de Antigüedades de San Germán, en el Coliseo Arquelio Torres Ramírez.

Se trata de un evento que en esta edición, dedicada al fenecido anticuario Miguel Rosado, se nutre de sobre 50 expositores que comprarán, venderán y exhibirán diversidad de objetos de colección y arte.

Las antigüedades tienen dos tipos de público, según el organizador del evento y dueño de la tienda Antiques and Books de San Germán, Antonio Juan Bennazar.

"Está el coleccionista que se dedica a coleccionar un objeto o muchos objetos como monedas, sellos, muebles, arte religioso, abanicos, figuras de tal época o porcelana de tal marca. Son los que les llamo los fiebrús", destaca entre risas al describir a esos que hacen todo por conseguir una pieza que no tienen en su colección.

El otro público del que habla va por ese objeto que le recuerda su pasado, su familia y utiliza tales piezas para decorar su casa.

"No necesariamente tienen toda la casa decorada así, pero pueden tener un detalle como una butaca, un espejo, un juego de sala o una cama de pilares, o con cenefa", detalla quien comenta que tiene conocimiento de que en Puerto Rico existen anticuarios desde los años 50 del siglo pasado.

Pero cuál es el perfil del anticuario, la persona que se dedica a estudiar, vender o coleccionar cosas antiguas. De acuerdo con Bennazar, quien se dedica a la compra y venta de antigüedades casi siempre empieza su trayecto como coleccionista.

"Fuiste a un sitio para buscar lo que coleccionas, pero encuentras otras cosas. Te das cuenta que podías ir a comprar y revender. Se vuelve como esta enfermedad que no puedes parar. Debe tener algo de obsesivo compulsivo", relata con simpatía.

"De repente te das cuenta que puedes coleccionar sin que conlleve un costo para ti. Por ejemplo, si coleccionas monedas, compras una colección, te quedas con las que quieres y las demás que quizás tengas o no necesites, las vendes", abunda Bennazar.

Es de imaginar que cada coleccionista y anticuario tiene un relato particular de por qué se inclinó a este gusto.

"En mi caso me llamó la atención algo... Tenía un valor y la anticuaria me lo compró. Tenía 20 años", cuenta quien tuvo sus inicios buscando en todos los trasteros y áticos a su alcance. Los de sus tías y abuelas fueron los...

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