Inmortal la novilla pepiniana

Por Sandra Caquías Cruz

scaquias@elnuevodia.com

El Festival de la Novilla, un desfile de carrozas y comparsas cuyo único tema son las costumbres de la primera mitad del pasado siglo, se celebra en este pueblo hace 37 años. Ángel Adames, de 79 años de edad, aseguró que no se ha perdido ninguna de esas celebraciones.

"Vale la pena", comentó don Ángel tras ver el desfile que inició a la 1:30 de tarde de ayer con el estruendo de petardos. "(El desfile) lo recuerdo desde que empezó. No había tantas carrozas como ahora", describió el hombre, un exagricultor del barrio Aibonito, en San Sebastián.

El público, que se aglomeró a lo largo de las carreteras PR-111 y PR-455 para presenciar el desfile, llegó de distintos puntos de la Isla como Gisselle Cardona.

"Valió la pena el esfuerzo", aseguró la residente en Cupey, quien se albergó en un hotel de San Sebastián para poder disfrutar de la actividad. "No me arrepiento. Quiero traer a mis hijos", agregó mientras su esposo, con cámara en mano, buscaba capturar cada detalle de la festividad.

"Es una actividad que trata de rememorar lo típico, y eso es bueno porque la juventud no lo conoce. Yo estoy fascinada", dijo Cardona, quien destacó que desde el sábado en la tarde había personas reservando un tramo a orillas de la carretera para ver el desfile.

El Festival de la Novilla -ahora en su 37 aniversario- es organizado por el Club Altrusa Internacional de San Sebastián, presidido por Ivelisse Vélez.

El festival se celebra el primer domingo de las fiestas patronales de este pueblo en honor a san Sebastián Mártir, patrón de los pepinianos.

Esta celebración tiene varios elementos simbólicos encargados de abrir el desfile. El primero de ellos es don Pepe, un pregonero vestido de levita y chistera que esta vez viajaba en un caballo blanco. El hombre se valía de un altavoz para anunciar que las fiestas patronales habían comenzado e invitaba al pueblo a que acudiera a la festividad.

A don Pepe le seguía la Titina, una enorme muñeca vestida de brillantes colores, que mide unos 10 pies de alto y recrea a la joven campestre que, vestida con sus mejores atuendos, bajaba al pueblo para disfrutar de las fiestas patronales.

Muy de cerca de esos dos personajes iban los negritos. Ellos son una comparsa de 10 niños vestidos de rojo y amarillo con rostros, manos y pies pintados color carbón. Los pequeños, acompañados por Migdalia González, caminaban cantando: "Los negritos están pinta'os".

Y el elemento que le da nombre al...

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