UN INQUIETO EN EL RECUERDO

Por Carmen Graciela Díaz.Especial El Nuevo Día

Suministradas / Museo de Historia, Antropología y Arte de la Universidad de Puerto Rico

Lorenzo Homar (1913-2004), uno de los más grandes artistas puertorriqueños, referente indiscutible de la gráfica, vivió plenamente la vida que se le antojó, la que quiso para él, como dice una de sus hijas, la profesora y crítica de danza Susan Homar. El martes se conmemora el centenario de su natalicio y por ello, durante el año se le recordará a él y su obra. Mientras las actividades empiezan a cobrar vida nos asomamos por una ventana que no es posible ignorar, la del Lorenzo más íntimo, el inquieto tras el artista.

"Papi fue un gran papá pero siempre fue un artista. Mientras estuvo en la Escuela de Artes Plásticas tenía su estudio allí pero siempre tuvo taller en casa. Cuando se fue de la Escuela en el 1973, tuvo su estudio particular pero mantuvo el de casa. Cuando se retira de todo, a los ochenta y algo, cierra oficialmente el taller pero mantuvo hasta el final el de casa", relata la productora Laura Homar, la hija menor de Lorenzo, sobre el estudio que no dejó de tener quehacer y de donde emergieron ideas, bocetos y trabajos icónicos como El unicornio en la isla.

"Esa plancha de madera es enorme y se trabajó en la mesa del comedor de casa por meses", agrega.

Al repasar y mirar su obra -la caligrafía, la pintura, la serigrafía como sus distintivos carteles, la orfebrería y el grabado, entre otros medios y lenguajes- pareciera que sus trazos impecables revelan buena parte de su personalidad y el rigor que nunca tuvo demasiados descansos.

"En la vida doméstica, familiar y profesional no había diferencia muy grande porque mi papá era sumamente disciplinado. Requería de los demás a su alrededor, incluyendo a Laura y a mí, la misma disciplina", sostiene Susan al recordar que mientras entrenó como bailarina, la disciplina y la perfección eran las exigencias de su papá.

Su perfeccionismo era una virtud que, a su vez, lo tornaba complicado, a juicio de Susan. "Era sumamente difícil de complacer, muy crítico y venía y veía las clases de baile -Laura ha dicho lo mismo- y criticaba ferozmente. No lo recuerdo como negativo, quizás porque me acostumbré. Lo hacía como se exigía a sí mismo pero era difícil", subraya tras soltar un suspiro que su hermana Laura comparte al abonar que aparte de exigente, Lorenzo era "sumamente inteligente y poco tolerante, sobre todo con la ignorancia y la mediocridad que eran sus enemigas acérrimas".

Muchos se acuerdan de esa faceta tan particular de Lorenzo, otros más jóvenes tal vez creyeron que se trataba de una leyenda pero la gimnasia fue realmente una de las grandes pasiones de Lorenzo.

El deporte le fascinaba y eso parece brotar de su producción cartelística en la que diseñó afiches conmemorativos tanto de eventos culturales como deportivos. Era minucioso...

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