Intriga y corrupción

Por Juanma Fernández-París

Especial El Nuevo Día

El "casi" se debe a que ninguno tiene el rol protagónico. Ese deber recae sobre Mark Whalberg, intérprete cuyo impacto está atado al director con el que trabaje. De la misma, forma que el actor logró impresionar en sus colaboraciones con Paul Thomas Anderson (Boggie Nights), Martin Scorsese (The Departed), David O Russell (The Fighter, Three Kings) y hasta Seth MacFarlene (Ted), su trabajo aquí apenas registra. Bajo la dirección de Allen Hughes (The Book of Eli, Menace 2 Society) trabajando por primera vez sin su hermano Albert, el personaje central tiene la misma efectividad que si lo hubiera interpretado Jean Claude Van Damme o Steven Seagal.

Esto no es del todo culpa del director o el actor. El guión del escritor primerizo Brian Tucker no le hace ningún favor a sus esfuerzos. Mientras que Crowe se divierte de lo lindo con la macharranería malévola de su rol como un alcalde corrupto y embriagado de poder y Zeta-Jones desafía expectativas como la esposa infiel que no es lo que aparenta, a Whalberg le toca un antihéroe que en cualquier otro guión se hubiera escrito como un rol complejo y aquí es solo diluido a una docena de clichés que le restan impacto al desarrollo de la trama.

El protagonista es Billy...

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