Invictus

Rosa Mercado

"Más allá de la noche que me cubre, negra como el abismo insondable, doy gracias a los dioses que pudieran existir por mi alma invicta". Un poeta que nació en 1849 llamado William Ernest Henley, escribió el poema que da título a esta columna y cuyas palabras hoy, en el Puerto Rico del siglo XXI, tienen tanta vigencia.

Detenidos en cualquier esquina, escuchamos al pasar un coro de lamentos. El Gobierno no gobierna. El terror campea por sus respetos en las esquinas, en los cajeros automáticos, en las casas de los ancianos a quienes un desalmado les arrebata el derecho a morir decentemente en su cama y los apuñala para robarles el cheque del seguro social o un reloj o cualquier baratija.

Mientras, en la televisión, Figueroa Sancha dice que el crimen ha disminuido. Es preocupante la discrepancia que existe entre lo que expresan los que gobiernan y la realidad que vivimos los demás. Insanidad mental se llama eso y nosotros somos los cuerdos. Pero la cordura no ayuda demasiado cuando la impotencia se nos enrosca en el ánimo. Sin embargo vuelve al rescate el poema: "Más allá de este lugar de cólera y lágrimas donde yace el Horror de la Sombra, la amenaza de los años me encuentra, y me encontrará, sin miedo".

Sólo el valor...

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