Invisible

Cezanne Cardona Morales

No conforme con ello, los obligó a guardar, cada semana, veinticinco centavos en el Banco Postal "para así saber quiénes tienen derecho a seguir trabajando como limpiabotas". Las cajas de los limpiabotas quedaron confiscadas en el cuartel hasta el cumplimiento de la orden.

El dato lo cuenta el historiador Fernando Picó en su libro "Vocaciones caribeñas", y desde que lo leí no he dejado de pensar en los cajones incautados, en el betún, en los pañuelos de trabajo manchados, en el hambre que deja en los brazos el resplandor de las botas relucientes. "¿Y qué se busca con uniformar a los limpiabotas?", se pregunta Picó, "¿mejorar el aspecto físico de la plaza y las calles principales, restringir el ejercicio de la profesión de limpiabotas?"

El profesor Picó no encontró respuestas. Buscó en el Censo Federal de 1910 y en el de 1920 y lo único que encontró fue que tres muchachos, uno de catorce años, uno de trece y otro de doce, hijos de obreros en un almacén de tabaco, ejercían la profesión. A pesar del esfuerzo y los...

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