La isla más bonita del mundo

Polinesias Francesas

Para el tacto, una copa fría de champán. El panorama verdaderamente merecía un brindis. La belleza increíble de este paraíso es evidente ya desde su espectacular laguna protegida por un arrecife, con aguas en tonos que van del amarillo al turquesa y múltiples azules, atolones con arenas tan blancas como la altea y un telón de montañas de piedra negra de origen volcánico que parecen haber sido talladas cuidadosamente. Posiblemente éste sea el panorama más hermoso del planeta, casi místico y sobrenatural, diría yo.

El barco ancló en medio de la laguna por lo que llegamos al muelle de Vaitape, el pueblito principal de Bora Bora, en lanchas. Desde aquí se pueden tomar embarcaciones que llevan a hoteles en los "motus" -pequeñas islitas en las cercanías; o llegar en autobuses a hoteles en Bora Bora). Pero antes, por qué no aprovechar las tiendas de souvenirs en Vaitape, buen lugar para comprar perlas negras, artesanía local, ropa tropical y otros recuerdos.

Durante nuestra gira por la isla paramos en varios templos antiguos polinesios, los "marae", están construidos en piedra y ubicados cerca de la costa. Tres de los más importantes son Arehautai Marae, Taharuu Marae (ambos en la costa Este) y Marotetini Marae (en la costa Oeste).

Temprano en la tarde tomamos una lancha de nuestro hotel, el Four Seasons Bora Bora, para transportarnos a su "motu" privado (Motu Tehotu) a unos 30 minutos en bote en dirección Este de la isla principal. Un paseo bellísimo, por cierto, con panoramas de Bora Bora y sus islitas.

Al subir a la lancha una anfitriona nos saludó con un "iaorana" -buenos días, buenas tardes y buenas noches-, y nos adornó el cuello con un "leis" (collar de flores). Nos habíamos registrado en el hotel en la misma lancha, después de refrescarnos con toallas frías y agua mineral que nos ofreció la anfitriona. Al llegar un empleado nos acompañó a nuestra casita, una de 100 en este centro vacacional sobre el agua, con espectaculares vistas de laguna y montaña.

Inspiradas en la arquitectura y diseño polinesio, las casitas tienen techos catedrales cubiertos de hojas de pandanus, mobiliario de maderas finas, arte, una sección del piso es de cristal para ver el fondo del mar, y comodidades como ducha al fresco, para quitarse la sal rápida y cómodamente. Tenían un mini-refrigerador con agua mineral, una selección de almohadas, lociones y jabones finos de L'Occitane, así como máquinas para CDs y DVDs.

Supe que algunas casitas tenían...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR