Jefecita

Sofía Irene Cardona

Estas guaguas suelen acumularse una tras otra a la entrada de instituciones educativas, supermercados, oficinas de ortodoncistas y academias de ballet. Son altas, anchas, brillosas, imponentes. La mayoría lleva las marcas de la tribu como si fueran cicatrices: que si volibol, que si estudiante de honor, que si yo-corazón-algo.

El vehículo en cuestión va lleno de mochilas, bolsas de compras, tenis enlodados y otros objetos de variada procedencia. La jefecita, conectada a su centro de mando mediante el omnipresente celular, se planta en medio del 'párquin' y reparte meriendas, paquetes y advertencias correspondientes. Está acostumbrada a estacionar donde sea necesario: sobre la acera, en una isleta, a la puerta de una iglesia. No importa el riesgo ni la ley, después que sus nenes no se mojen, lleguen a tiempo y salgan ligerito. Es posible que se detenga a comentar, advertir o informar sobre algún incidente urgente o...

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