Los jubilosos

EDGARDO RODRÍGUEZ JULIÁ

ESCRITOR

Hace poco me enteré de que Puerto Rico es un país de jubilosos. Con un 39% de participación en la fuerza laboral, la mayoría de los puertorriqueños preferimos que nos manden el cheque a la casa. En esta nueva teoría de la raza ociosa, nuestra riqueza no tiene que ver con nuestra productividad. Siempre empatamos la pelea con el rico Tío Mac, y lo quiero agrandado.

Tampoco me había percatado que cada cuatro años la llamada "medicina amarga" -despidos gubernamentales de Fortuño, la reforma del Plan de Retiro, según García Padilla- se ejecuta a principios del cuatrienio; es precisamente para que nos olvidemos de los sinsabores ya a punto de votar en las próximas elecciones. Pero no perdonamos el no estar enchufados al presupuesto gubernamental, ni tampoco recibir beneficios de retiro que fueron legislados sin tener en cuenta los verdaderos recursos del país, y de la manera más festinada y politiquera imaginable, durante años, décadas. ¡Son derechos adquiridos!, no faltaba más, como las escoltas de Romero Barceló y Hernández Colón.

Si somos los llamados a pagar impuestos porque nos tienen fichados mediante las "informativas", porque, eso sí, la gente de los Mercedes Benz y los yates posiblemente no pagan, que el Gobierno me mantenga hasta el Alzheimer, bien superados los ocho años cubiertos por mis aportaciones.

Duramos más, pues que pague el Gobierno hasta que Alexis cumpla los noventa. Si el estado le paga a Alexis el hospedaje y la comida, los servicios médicos y la trabajadora social, hasta que esté anciano y confundido, por qué no pagarme a mí, que con tanto ingenio boricua llamé a la paga no usada por enfermedad "la enfermita". Porque, entiendan, ese dinero que no se usó para enfermedad alguna es mío, mío, que así puedo comprar, comprar y comprar más en Walmart. El bono de verano es imprescindible, porque cómo demonios voy a llevar los nietos a Disney World en julio.

Y los subsidios para medicinas, esas sí que son derecho natural de todo ciudadano del ELA. Lo que USA apenas puede pagar, las medicinas para los viejos, es exigencia ciudadana universal de los puertorriqueños.

Esta ilusión de riqueza, de abundancia sin límites, se le fue inculcando a este pueblo durante décadas. Ahora no podemos pagar -simplemente no hay chavos- nuestros excesos...

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