La sabiduría del juego

Por Ana Teresa Toro

ana.toro@elnuevodia.com

Hoy por hoy, críticos la siguen celebrando y en igual medida desdeñando; los estudiantes la citan emocionados (no se sabe cuántos hombres jóvenes le habrán recitado el capítulo 7 a alguna conquista); hay quienes la idealizan o la desprecian e, incluso, están los valientes que intentan copiarla con mayor o menos éxito. Pero los que nunca faltan son los nuevos lectores que, maravillados, descubren con esta obra que leer no es una acción pasiva, sino un viaje que recorren dos: quien cuenta y a quien le cuentan.

"He leído miles de libros. Entre ellos habrá tal vez diez que han cambiado mi vida. Rayuela es uno de ellos. Lo leí por primera vez cuando tenía unos 19 años de edad. Transformó mi visión del mundo y mi actitud ante la vida. Después de Rayuela empecé a leer libros diferentes. Además, sospecho que hasta comencé a caminar y a vestirme de forma distinta. También cambió mi manera de reaccionar ante las cosas que me ocurrían a diario. (...) Con Cortázar aprendí a identificar las frases y gestos huecos que repetimos sin sentido durante nuestras vidas. Además, como escritor, tuve al fin un modelo de prosa perfecta, por una parte, y de una trama que en todo momento evita los lugares comunes y los melodramas tan trillados y explotados por otras novelas. Más que nada, Rayuela es una novela para escritores. No creo que un latinoamericano se pueda considerar escritor si no ha leído Rayuela".

Luis López Nieves

"Rayuela fue en los 80 mi entrada oficial como estudiante universitario de literatura. Fue como entrar a un nuevo territorio, a una nueva geografía que yo no había considerado posible hasta ese momento. Recuerdo al profesor José Emilio González, que nos llevó a esos nuevos espacios. No fue una lectura fácil, fue un amor que creció con el tiempo; fue como dicen en el mundo de la balística: por repique de la bala. Comencé a valorar ese matrimonio entre la literatura y el jazz. Volví a ella en los 90 por mi amor por la música y por la manera en que estos dos mundos conviven, eso de musicalizar la prosa y cómo se vacía el tiempo cuando uno piensa la novela. Esa fragmentación que rompe con la estructura lineal se torna hacia el juego, nutre al lector y esa es una de las cosas que ando persiguiendo como escritor".

Elidio Latorre Lagares

"La leí en el 2009 al entrar a la universidad en un taller de narrativa. Desde entonces ha sido una locura, cuando lo leí por primera vez fue una locura en construcción...

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