La Julia

Sergio C. Gutiérrez Negrón

El cuarto habría de sentirse cargado, a pesar de la limitada fauna. Julia le escribiría a su hermana, algún tiempo después que, desde antes de que publicara el pedido, sabía que Lloréns no habría de recuperarse. Le explicaba que las transfusiones, ésas que describiría en la nota periodística como de sangre y "espíritu", no eran para abolir lo inevitable, sino mera prórroga. Lo que quería era "sostenerle la vida hasta su llegada a Puerto Rico".

Eso lo logró, pero quedose trastocada cuando el enfermo tomó el portante. Me gusta imaginar que, por un momento, se percató lo equivocada que estuvo años atrás, y que estaría años después, cuando decía querer "morir conmigo misma, abandonada y sola". Ante la muerte de Lloréns, Julia parecía pensar todo lo contrario. Sus cartas y artículos periodísticos retaban a la Julia mortecina, le insistían que la muerte era cuestión comunitaria y que nadie debía irrumpir en ella desamparado, a ras.

Excepto ella, sabríamos después. Eso es lo que incomoda al leerla decir que aquello, aquella muerte por la cual había convocado a todos sus amigos en Nueva...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR