Junto a Tuto Marchand hasta el silbatazo final

Jenaro ‘Tuto’ Marchand trabajó toda su vida para el deporte nacional y para el baloncesto puertorriqueño, su primera pasión, pero en su trayectoria contó con el apoyo y ayuda de muchas personas.

Y el exjugador de hockey sobre césped Manuel “Manolito” Arroyo fue su mano derecha y la persona que lo acompañó desde el 1993 hasta el pasado sábado, cuando falleció repentinamente debido a complicaciones de salud.

Arroyo fue contratado en el 1993 por Marchand como su chofer, y desde ese momento estuvo a su lado. En ese entonces era estudiante y el expresidente de la Federación Puertorriqueña de Hockey, Antonio Rodríguez Fraticelli, lo recomendó a Marchand Rodríguez.

“Yo comencé como su chofer. Aunque Tuto no necesitaba un chofer, él, para ayudarme, me convirtió en su chofer. Luego pasé a administrarle sus cuentas en términos de los pagos de la casa, llevarlo a sus citas médicas, hacer llamadas y así me convertí en su asistente, en su mano derecha, y comencé a trabajar en llevarle las comunicaciones a los ejecutivos de FIBA porque Tuto no manejaba la tecnología. Así fui aprendiendo muchas cosas con él”, dijo Arroyo en reciente entrevista con El Nuevo Día.

Además de ayudar a Marchand, Arroyo también estaba pendiente de su esposa, Myrna Rivera, a quien también llevaba a sus citas médicas y en otros menesteres.

Pese a los percances de salud que Marchand sobrellevó en su vida, incluyendo una fuerte batalla contra el cáncer, su muerte el pasado 5 de agosto fue sorpresiva.

“El viernes (4 de agosto) fui a recogerlo a la casa y le recuerdo que tenía una entrevista con relación al aniversario de la medalla de oro de Mónica Puig. Y al ser la primera medalla de oro olímpica, para él eso es grandísimo. Tuto pensaba que era el sábado y me dijo ‘no me voy a perder el desayuno de los sábados’, porque él tiene un grupo de gente que nos reunimos para desayunar”, relató Arroyo.

“Así que (el viernes) fuimos a un restaurante a desayunar, llegamos a la Casa Olímpica y lo entrevistaron y estaba bien contento, haciendo sus anécdotas. Luego fuimos a almorzar, compartió con un...

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