JUNTOS a la buena o a la mala

Israel Rodríguez Sánchez

israel.rodriguez@elnuevodia.com

Sí, la mujer que enfrentó la maquinaria del Partido Popular Democrático para competir por la alcaldía de San Juan; la que, por encima de los prejuicios, se convirtió en la primera gobernadora; y la que se divorció y se casó en La Fortaleza, con mariachi y todo.

Sila no puede tenerle miedo a Aníbal. En todo caso, le tiene coraje.

Aníbal no fue su nene de manda'o. Sila, quien se peleó con el clan Hernández Colón al rechazar a José Hernández Mayoral y escoger a Aníbal como comisionado residente, no le perdona la falta de "lealtad".

¿Qué los distanció? Hay que partir desde el principio: es que nunca estuvieron unidos.

Sila se impuso en la candidatura a la gobernación. Aníbal, presidente de la Pava, coqueteaba con ese cargo y no quería por nada irse a Washington. Él se resignaba con la presidencia de la Cámara. Pero Sila movió las fichas para que Aníbal no tuviera otra opción. Y Aníbal tuvo que irse a Washington.

Cuando Sila salió de la política electoral, escogió a José Alfredo como su heredero. Recordemos que, a la hora de la verdad, Aníbal plantó bandera.

Ya en el poder, Aníbal no le cubrió la espalda al gobierno de Sila. No escondió que heredó un déficit mayor al oficial. Ni le puso empeño al proyecto estrella de Sila: las comunidades especiales, para el que ella separó mil...

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