Se juran amor eterno en carrera contra el cáncer

Brenda I. Peña López

brenda.pena@gfrmedia.com

"Ella ha sido una buena compañera, muy dedicada en la relación, muy cariñosa. Ha luchado con su condición y ha sido muy valiente. Eso inspira a uno cada día más a amarla", expresó su ahora esposo, Richard Tirado luego de dar el sí, en una ceremonia oficiada por el reverendo Jorge Campusano, en la tarima principal del evento de recaudación de fondos para la Fundación Susan G. Komen, en beneficio de las pacientes de cáncer de seno.

Casarse era un deseo que la pareja tenía desde hace algunos años, pero debido a situaciones económicas, y posteriormente, al diagnóstico de cáncer de Rodríguez, en 2011, no había podido concretarse. El enlace se produjo gracias a una iniciativa de la agencia de publicidad JWT, que realizó una convocatoria para que pacientes de cáncer contaran sus testimonios, con el propósito de escoger el más emotivo.

En tarima, los recién casados -ella con vestido de novia y él con etiqueta negra- hicieron su primer baile como esposos, y la novio lanzó el ramo al público, que casualmente cayó en manos de una de las hijas de Tirado.

"Fue una experiencia muy bonita, me siento orgullosa de ser yo quien pueda representar a las mujeres sobrevivientes de cáncer durante el día de hoy", expresó con timidez la novia.

"Somos muy afortunados de habernos casado junto a tanto público. Esto es una actividad muy bonita que hay que seguir apoyando por lo comprometidas que son estas personas con los pacientes y que hacen un esfuerzo cada día", expresó por su parte el novio.

Su historia se unió a la de decenas de sobrevivientes de cáncer quienes junto a familiares y amigos compartieron ayer en la carrera que recorrió parte de la zona de Hato Rey.

Al igual que Brenda Liz, Mita Morell, de 62 años, celebraba la vida junto a otras sobrevivientes.

Morell relató que hace cinco años se enteró de que tenía cáncer de mama luego de haberse sometido a una reducción de senos debido que le habían crecido demasiado.

"Entré a sala de cirugía con una mamografía negativa y con un sonograma de seno negativo. Era el cáncer más malo, clase cuatro", contó sin poder contener las lágrimas.

Antes de entrar al quirófano, su esposo, el radiólogo Rafael Rivera González, le practicó el sonograma sin detectar anomalías. Recordó que varios días después el doctor que la operó la llamó para que fuera con urgencia a su oficina y llevara las radiografías. Dijo que, de inmediato, supo que tenía cáncer de seno. A raíz del alarmante...

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