Kona EV: rompe esquemas y despeja las dudas

"Suena como un extraterrestre", me dijo mi mejor amigo cuando llegué a recogerlo en la nueva Kona eléctrica de Hyundai, hace dos viernes, antes de que los puertorriqueños le echáramos candado al portón de nuestros hogares por las próximas semanas de nuestras vidas para aplanar la curva de contagio del coronavirus.No le exigí respuesta, pues solo llevaba 15 minutos a bordo de una máquina que, sin hacer más ruido que el viento, prácticamente partió la PR-52 desde Guaynabo, al son de Yo-Yo Ma y su interpretación de la suite para el violonchelo de J.S. Bach, antes de darme cuenta de que había llegado a Caguas.Dimos una vuelta alrededor de su urbanización y le enseñé cómo el freno regenerativo -es decir, el freno que autoimponía el motor eléctrico para recargar las baterías al soltar el acelerador- hacía casi innecesario el que apretara el pedal para coger las curvas, dándole un respiro a los discos de frenos.Fuera de allí, a bordo de esta SUV diseñada para la ciudad y la economía, esperamos a que la carretera se vaciara para probar la aceleración instantánea que producen su motor eléctrico de 201 caballos de fuerza y 290 libras-pies de torque.Con presionar un botón, encendí su modo deportivo, que cambió completamente el panel de información digital y sutilmente le comunicó al motor que yo no estaba buscando eficiencia, sino puro poder.Al pisar el acelerador, ese torque instantáneo nos pegó a ambos al espaldar de nuestras sillas a la vez que disparó hacia al frente a esta SUV de tracción delantera.El naranja pálido del panel de información se fue intensificando a la vez que mi pie exigía más potencia. A ese punto, ya fue fútil ver cómo la velocidad aumentaba. Bajo los efectos de tanta adrenalina, esa combinación numérica cambiaba más rápido que las frutas en la pantalla de una tragamonedas.Claro, la Kona eléctrica no fue diseñada para ir de 0 a 60 millas por hora en menos de 8 segundos, por lo que sus gomas de ciudad patinaron varias veces al pisar el acelerador hasta el fondo, pero encontré que una aceleración más controlada era casi igual de explosiva y divertida."Esa guagua no debería ser capaz de hacer eso", añadió mi amigo, que por fin soltó la agarradera antes de despedirse y bajarse de la camioneta.Esa misma noche, la conecté al tomacorrientes de 110 voltios que todos tenemos en nuestras casas, porque al día siguiente la carretera sería larga y exigente hasta Mayagüez. Me intimidó un poco ver que tardaría casi 18 horas en recargar el 25%...

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