El lavado de manos del Congreso

Rosanna TorresEn tan solo 15 años, los puertorriqueños hemos sobrellevado —o más bien, sobrevivido— una secuela de calamidades que parecen sacadas de una película. Allí se cuentan años ininterrumpidos de recesión económica, recetas fallidas de austeridad, una bancarrota histórica, dos huracanes devastadores, crisis energéticas, la emigración de cientos de miles de puertorriqueños, terremotos, y ahora, por si todo aquello no bastara, una pandemia que dejará profundas cicatrices.Lo que en cualquier otro lugar llamarían circunstancias extremas, en Puerto Rico ya son cotidianas. Hemos tenido que aprender a convivir a diario con el riesgo; una carga que pesa mucho más sobre los hombros de los más vulnerables. Nos toca también aguantar ataques estereotipados - que somos "vagos" y "corruptos" - junto con recortes o demoras en ayudas esenciales. Como en tantas otras ocasiones, es muy probable que en esta crisis del COVID-19, sea este el justificante para darnos menos ayuda que al resto de los Estados Unidos. Mi tarea es asegurarme de que Puerto Rico no quede en el olvido.Al día de hoy, el gobierno federal ha promulgado tres leyes para contrarrestar los daños provocados por la pandemia. En la primera, la ley pública 116-123, se legislaron $8,300 millones en fondos de emergencia para equipar a ciertas agencias federales. Con la segunda, la ley pública 116-127, se extendieron licencias por desempleo y por enfermedad. En la tercera, la ley pública 116-136, se legisló el paquete de ayudas federales más grande en la historia de los Estados Unidos: más de $2 trillones para atajar el profundo impacto económico del COVID-19.Indudablemente, lo anterior es necesario. Pero hará falta mucho más. El presidente Donald Trump ha extendido los protocolos de distanciamiento social hasta finales de abril, lo que implica que las ayudas que se han extendido hasta la fecha, antes previstas para mediados de abril, no darán abasto. Y mucho menos en Puerto Rico, donde el gobierno emitió directrices de aislamiento al menos una semana antes. El impacto es aún más nefasto si consideramos que Puerto Rico no tiene igual acceso a todos los programas federales; entre ellos, el Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP, por sus siglas en inglés), Medicaid, el Crédito por Trabajo (EITC, por sus siglas en inglés), y el programa de Seguro de Ingreso Suplementario (SSI, por sus siglas en inglés).Ante tanta necesidad, es difícil comprender por qué a Puerto Rico se le siguen...

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