La otra lección de María

Cuéntese entre los efectos del huracán María la iluminación, una vez más, para el que todavía no entienda que dos más dos son cuatro, de la naturaleza de nuestra relación con Estados Unidos. Abundan los apologistas de la colonia, que los hay en todas las ideologías, declarando, más como ruego que como afirmación, “¿dónde estaríamos sin ellos?”. Pero ni esos pueden negarse, en el fondo de sus atribulados corazones, que aquí quedó expuesto, con una crudeza que pocas veces habíamos visto antes, la enorme distancia que hay entre estos dos pueblos juntados por la fuerza.

Al pasar el huracán, el gobierno federal, a través de FEMA, entró en acción como es su responsabilidad, como es la rutina, con sus declaraciones de emergencia y sus reparticiones de dinero, comidas y toldos.

Días después, y cuando todos nos dimos cuenta de que la devastación era de una magnitud nunca antes vista aquí, Washington tomó medidas excepcionales, como obviar el requisito de que los gobiernos locales paguen parte del costo de algunos aspectos de la recuperación y el envío de algunos organismos militares a cooperar con la recuperación.

No se sabe todavía la cifra exacta, pero sin ninguna duda Estados Unidos ha desembolsado cientos de millones de dólares en la respuesta a María. Sin ese dinero, la situación habría sido peor. No es un regalo, ni caridad. Es el deber para con su territorio. Pero nadie puede negar que ha sido de mucha importancia.

En el transcurso de los días, se fue viendo, no obstante, que lo que estaba haciendo Washington no es suficiente. El golpe de María fue tan inmenso, y estaban en tal estado de debilidad nuestras finanzas y de decrepitud nuestras instituciones, que todo el que ha mirado esto de cerca sabe que sin una asistencia especial de Washington no será posible levantar al país.

Han hablado, gente de acá, optimistas incurables, de “Plan Marshall”, en alusión a la ambiciosa iniciativa puesta en marcha por Estados Unidos para reconstruir a Europa después de la devastación de la Segunda Guerra Mundial. Han hablado de préstamos garantizados por el Tesoro de Estados Unidos. Han hablado de eso y más, largo, florido y con pasión.

Washington mira, asiente, se lleva la mano al corazón, pone expresión cariacontecida, nos dedica sus pensamientos y sus oraciones. Ha venido casi toda la plana alta ejecutiva y congresional. Han dicho “no los dejaremos solos”, “estamos con ustedes” y otros lugares comunes así.

Pero de ahí no pasa o no ha pasado hasta ahora...

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