Legado que no pasa

Por Fernando Ribas Reyes

fribas@elnuevodia.com

A sus 95 años, Charlie Pasarell padre, y doña Dora Matos, a sus 92, no se pudieron perder la exaltación de su hijo de 69 años al Salón de la Fama hace dos semanas.

La razón fue sencilla. "La creación de Dios más grande es la familia, sobretodo la familia unida. Es lo más sagrado que hay en el mundo", dijo Pasarell, padre entonces.

Pues hasta más arriba de Nueva York, vía aérea desde Puerto Rico, y luego cruzando expresos y puentes por tierra hasta la pequeña isla de Newport, llegaron los Pasarell Matos para presenciar la exaltación de su hijo mayor al Salón de la Fama del tenis que fue y sigue siendo imán en sus vidas.

Más aun, una vez en la ceremonia, que fue al aire libre, el matrimonio tuvo que abandonar sus privilegiadas sillas de invitados porque una lluvia los incomodó. Pero ambos regresaron empujando sus andadores una vez la lluvia cesó, como diciendo que no abandonarían la 'cancha' hasta que el 'juego' terminara. Y allí sentados vieron a su hijo recibir los más grandes honores entre la claque del tenis, además de agradecer colectivamente la exaltación como si también estuviera incluido su clan entero.

"Me hicieron sentir orgulloso", reflexionó Pasarell a El Nuevo Día sobre el momento contra la lluvia y el sol que lucharon sus padres en la exaltación. "Para mí era bien importante que estuvieran allí. Fue un momento muy emocionante".

"Papi siempre lo ha dicho: la familia es una creación sagrada de Dios". Amén.

Pasarell, hijo ha tenido ese ejemplo desde que tiene recuerdos. "Recuerdo que todos los domingos íbamos a misa en Caparra y luego íbamos a casa de mi abuelo Nataliel. Y allí nos reuníamos a comer todos los Pasarell, con los siete hermanos de papi y todos sus hijos...

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