Lenguas de verano

LUIS RAFAEL SÁNCHEZ

ESCRITOR

"No creo lo que veo". "-¿Qué ves que no crees?" "-Déjame limpiar las gafas". "-Tú no hablas con los ojos". "-Suéltalo". "-¿Qué le habrá encontrado esa mujer, de carnes inmejorables, al Adefesio Plus que la acompaña?" "-¿Cuál mujer?" "-La que acaba de entrar".

El hombre que pregunta no se molesta en dejar de mirar hacia la mesa donde se sientan Adefesio Plus y la mujer de carnes inmejorables. La mesa se ubica próxima a la entrada de la cafetería donde no pocas almas desayunamos, otro día de verano asfixiante.

Tentados por la mirada del amigote, los compañeros asignan a los cuatro ojos el viaje precipitado hacia la mesa donde la mujer chulísima no cesa de mostrarse enamorada de Adefesio Plus. Alguna promesa le susurra Adefesio Plus, algún decir suyo la enciende. Pues, olvidada de la hora y el lugar, le atrae la boca y la encarcela en la suya.

Sí, Adefesio Plus y la mujer hiperchula se gustan, se desean, se necesitan. Y el gusto, el deseo y la necesidad amenazan con atarlos, largamente.

La afectuosidad irreprimible de la desigual pareja irrita las lenguas de verano. Que no cesan de mirarla, de envidiarla, de detestarla.

-Por lo menos usa corbata.

-Parece un pescao ensartao.

-Parece lo que es: un adefesio.

Convirtiendo la imprudencia en insolencia, el amigote urge a las otros a contestarle la pregunta inicial.

-¿Qué rayos ha encontrado ésa en eso?

Callando callandito me digo que, a lo mejor, Adefesio Plus es un auténtico virtuoso de la caricia.

A los tres amigotes el verano les da con beber mucho café y lengüetear en grande. A las tres amigas, que se adueñan de la mesa opuesta, el verano les da con desayunar sin pausa y con lengüetear a lo sucusumucu.

Las tres desayunan sin sentir la menor nostalgia por la esbeltez ida. Las tres desayunan cuanto haya en la cafetería, incluidas ruedas de cebolla fritas. Las tres desayunan en plan bestia, sin honrar los modales: una zampa el tenedor en el plato de la otra y le sisa una salchicha, la tercera sumerge pellizcos de pan en un huevo frito y el chisguete de yema le revienta contra la mejilla. Parece un bodegón de Picasso.

De repente, a la par que se limpia el chisguete de yema con el dorso de la mano, la amiga se permite un comentario, superior en desconcierto al formulado por el amigote, y que involucró a Adefesio Plus.

-Debo morir.

-¿Qué ves que debes morir?

-¿Cómo ese muñeco de magasín ha caído en las garras de esa Cosa Viscosa?

-¿Cuál muñeco de magasín?

-El que acaba de...

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