Letras color de rosa

Por Tatiana Pérez Rivera.tperez@elnuevodia.com

La novela romántica -o rosa, como se denominó para diferenciarlas de las creadas en el periodo Romántico- tiene su fórmula y sus seguidores. De esas mismas le hablo; de las que aún venden las farmacias, los supermercados, y hasta las tiendas por departamentos. Las que llevamos viendo hace años bajo el sello Harlequín: desde Julia y Deseo hasta Bianca, entre otras.

"Válgame muchacha, yo las leo desde que tengo uso de razón. Bajo el estrés metiéndome en ese mundo de amor, de reyes y reinas", cuenta Arminda Gómez, una mujer profesional que lee novelas románticas cuando sale del trabajo, en el carro y si tiene que esperar por algún servicio también.

"Los otros días mi hija me decía que su recuerdo de la niñez es bien feliz. 'Tú te sentabas a leer las novelas y nos dejabas hacer lo que nos diera la gana, virábamos los muebles y los usábamos como casa de campaña', me dice. Mi marido a veces me las bota y yo saco las novelas del zafacón", cuenta Gómez a carcajadas.

Para que mantengan su interés tienen que ser "bien rosas", con finales felices y nada de violencia, temas áridos o de muertes porque para eso está la realidad.

"Hay un mundo de amor", describe Gómez sus favoritas, "muchas te describen otros paisajes, sociedades, formas de vida, ideales. Cuando fui a la Toscana o cuando paseaba en una góndola en Venecia recordaba las descripciones de esos lugares que ya había leído en las novelas y era como si los conociera".

La experiencia sexual suele ser el momento cumbre de algunos capítulos.

Rob deslizó la mirada hacia sus pechos, que presionaban, tensos, contra los botones de la arrugada camisa de algodón. Más abajo, vio su ombligo en el hueco que, al estirarse, se había abierto entre la camisa y los pantalones. La tensión de su cuerpo se intensificó", dice la narración de "Secretos del pasado", escrita por Peggy Moreland, para la serie Deseo.

Entonces dejó sus labios y la besó en el cuello, como desesperado. Ella, mareada de deseo, tenía que sujetarse a sus hombros para no caer al suelo. Solo sentía la caricia de sus labios, los dientes mordisqueando el lóbulo de su oreja, enviando escalofríos de placer por todo su cuerpo..., narración de "Un hijo desconocido", de Carole Mortimer, para Bianca.

"A mí las de Deseo no me gustan mucho porque tienen demasiado sexo y eso llega el momento que empalaga", opina la lectora, "me gusta más la línea romántica", subraya.

La demanda por estos cuentos de amores...

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