Sentencia de Tribunal Apelativo de 16 de Abril de 2008, número de resolución KLAN200300975

EmisorTribunal Apelativo
Número de resoluciónKLAN200300975
Tipo de recursoApelación
Fecha de Resolución16 de Abril de 2008

LEXTA20080416-011 Ruiz Vega v. Dr. García

Estado Libre Asociado de Puerto Rico

EN EL TRIBUNAL DE APELACIONES

REGIÓN JUDICIAL DE SAN JUAN

PANEL IV

IVAN RUIZ VEGA, CARMEN LUISA VEGA SOTO, DIMAS RUIZ GONZÁLEZ y Sociedad Legal de Bienes Gananciales compuesta por ambos
Demandantes-apelantes
v.
DR. ANÍBAL CARLO GARCÍA, ENID MELÉNDEZ MENÉNDEZ, y la Sociedad Legal de Bienes Gananciales compuesta por ambos, ASHFORD PRESBYTERIAN COMMUNITY HOSPITAL, SIMED, AMERICAN INTERNATIONAL INSURANCE COMPANY
Demandados-apelados
KLAN200300975
Apelación procedente del Tribunal de Primera Instancia Sala de San Juan Caso Civil: K DP1998-1719

Panel integrado por su presidente, el Juez Ortiz Carrión, y los Jueces López Feliciano y Piñero González

Piñero González, Juez Ponente

SENTENCIA

En San Juan, Puerto Rico, a _16_ de abril de 2008

Comparecen ante nos mediante recurso de apelación, el señor Iván Ruiz Vega y sus padres los señores, Carmen Luisa Vega Soto y Dimas Ruiz González, (los apelantes). En el mismo nos solicitan que revoquemos la sentencia dictada por el Tribunal de Primera Instancia, Sala de San Juan (TPI) el 27 de mayo de 2003 y notificada el 10 de julio del mismo año. Mediante ésta, el TPI desestimó la demanda en daños y perjuicios que presentaran los apelantes por alegada impericia médica contra el Dr. Aníbal Carlo García (Dr. Carlo) y el Hospital Ashford Presbyterian Community (Hospital Ashford), aquí apelados, y le impuso el pago de $10,000.00 en concepto de honorarios de abogado.

Por los fundamentos que expondremos a continuación, confirmamos la sentencia apelada, salvo aquél renglón que impuso honorarios de abogados por temeridad a la parte apelante el cual revocamos.

I.

El señor Iván Ruiz Vega (señor Ruiz) nació el 26 de junio de 1963 con una condición conocida como epispadia. La misma fue descrita por el urólogo, Dr. Roberto Canto, como una anomalía congénita que se caracteriza por presentar un pene corto y deforme, curvo, doblado anterior hacia el abdomen, con una uretra abierta, un glande achatado y con córporas divergentes por una diátesis del pubis1.

La epispadia es una condición sumamente rara. Según las estadísticas ocurre aproximadamente en una de cada 250,000 personas, o hasta en una de 400,000 dependiendo del área geográfica. En la condición descrita, los huesos púbicos se separan y hacen que las dos córporas cavernosas (tubos del pene por donde discurre la sangre en erecciones) recorran un camino más largo hacia el exterior, resultando en un pene corto y ancho. La separación de las córporas cavernosas ocasiona curvaturas en el pene y un pene no derecho. Otra de las consecuencias que conlleva dicha condición es que la uretra (tubo que lleva la orina desde la vejiga hacia fuera a través del pene) no se desarrolle por completo y su apertura no coincida con la punta del pene, discurriendo por la parte superior del pene en lugar de la parte inferior como ocurre en un pene normal2.

Debido a su condición, el señor Ruiz ha tenido que ser sometido a múltiples operaciones a través de su vida para corregir diferentes aspectos relacionados con ésta. Para enero de 1997, el señor Ruiz sufrió una fractura en el pene al sostener relaciones sexuales, por lo que acudió por primera vez a la oficina del urólogo Dr. Carlo, quién le diagnosticó trauma y determinó que dicha fractura fue causada por su condición de epispadia. Luego de varias visitas, el 11 de febrero de 1997 el señor Ruiz fue intervenido quirúrgicamente en el codemandado Hospital Ashford donde se le realizó una reconstrucción de la córpora derecha y se evacuó un hematoma en la parte ventral del pene. Al ser un procedimiento ambulatorio, el señor Ruiz fue dado de alta el mismo día con indicaciones de presentarse a visita de seguimiento en la oficina del Dr.

Carlo dentro de una semana.

Con la esperanza de mejorar su funcionamiento en su vida sexual, el Dr. Carlo indicó que el señor Ruiz le consultó la posibilidad de someterse a la operación de elongación de pene, siendo su queja principal problemas de penetración debido a un pene corto3. Aunque consta de forma parca en el récord médico, al TPI le mereció credibilidad el hecho de que el Dr. Carlo le explicó los riesgos y los problemas que podía tener, entre ellos pérdida de sensación, de erección, mayor deformidad y que el pene no pudiese alargarse4.

En definitiva el Dr. Carlo opinó que si hasta ese momento había tenido un pene que había podido utilizar que era mejor que se quedara así5. La operación no lograría que el señor Ruiz tuviese un pene normal, sino uno más funcional, ya que al liberar los tejidos y soltar las cicatrices y el ligamento suspensorio del pene se acercaban las córporas y visualmente se lograba un pene más largo, lo que permitiría una mejor penetración y una mejor actividad sexual. No obstante lo anterior, el señor Ruiz continuó inclinado hacia la operación pues confiaba en que ésta mejoraría su situación emocional y autoestima. Aún cuando lo negó, la prueba reflejó que previo a la intervención de elongación de pene, el señor Ruiz acudió a la oficina del psicólogo Dr. William Purcell, ya que la situación estaba afectando su relación con la señora Carmen Esther Sierra, su actual compañera sentimental.

Así las cosas, se le explicó la técnica quirúrgica a realizársele mediante una gráfica y se concertó fecha para la misma. La operación tuvo lugar el 30 de septiembre de 1997 en el Hospital Ashford donde el Dr. Carlo tenía privilegios. El día de los procedimientos, aún sin requerirlo y como medida preventiva el Dr. Carlo le suministró a su paciente el antibiótico Cipro previo a la cirugía. La intervención liberó los ligamentos y el tejido de cicatriz en el pene para hacer que las córporas cayeran y alargaran el pene “dangling”. Terminada la operación, el señor Ruiz fue llevado al área de recuperación (recovery). Posteriormente lo trasladaron a una habitación semiprivada en el área de medicina del Hospital donde según previsto, permanecería por sólo una noche. No obstante, se complicaron las cosas cuando al día siguiente de la operación, el Dr. Carlo decidió dejar al señor Ruiz en el hospital por más tiempo al observar que el pene de su paciente presentaba hinchazón, aunque no infección.

El señor Ruiz quedó bajo observación con edema en el pene atribuido a cambios postoperatorios. El día 2 de octubre de 1997, a dos días de la operación, se anotó en el expediente médico que el señor Ruiz presentaba fiebre baja y que el área estaba enrojecida. El Dr. Carlo indicó que debía hacer un “rule out” de posible infección y explicó que los cambios que tenía su paciente podían deberse a un edema post operatorio como a una infección. Para el 3 de octubre de 1997 todavía el área intervenida permanecía hinchada. Las notas de progreso del 4 de octubre del mismo año reflejaron que la fiebre cesó aunque la hinchazón permanecía. Se le hicieron varios exámenes de laboratorio, se descontinuó la sonda (foley), se le cambiaron los antibióticos y se mantuvo en observación. Para el 5 de octubre del 1997 los cambios que estaban viéndose los días 3 y 4 del mismo mes y año estaban desapareciendo. El día 6 de octubre del año indicado se notó hinchazón y el área roja. Se le cambiaron los antibióticos a Ampicilina y Garamicin. Para el 7 de octubre de 1997 el Dr. Carlo pensó que podía haber una infección a pesar de que el resultado de los exámenes (CBC) arrojó normalidad y su paciente no tenía fiebre, no obstante el edema o hinchazón aún persistían.

El Dr.

Carlo decidió sacar un par de puntos de la herida e intentó por todos los medios salvar su operación no abriendo la herida completa, ya que de así hacerlo hubiese perdido la cirugía del “flap” requiriendo intervenciones quirúrgicas adicionales. A su juicio, descartó introducir un esputo (“swab”) y realizar un cultivo por miedo a infectarlo más. Así también indicó que el paciente (señor Ruiz) no tenía fiebre, sino sólo un área hinchada. El Dr. Carlo pensó que su paciente podía responder a los antibióticos sin necesidad de tener que abrir la herida, pues era sólo una infección superficial de la piel y tejido subcutáneo y sólo en la parte penopúbica del pene que no lo cubría en su totalidad. Tampoco había músculo ni hueso envuelto ni córporas o uretra envuelta. El señor Ruiz estuvo en el área de medicina por espacio de diez días. Surge del expediente que el Dr.

Carlo visitó a su paciente todos los días, en ocasiones más de una vez al día.

El 9 de octubre del 1997 el Dr. Carlo ya sabía que había una infección pues había supuración y al ver que no había mejoría luego de varios días, aún sin fiebre, decidió abrir la herida por lo que el 11 de octubre del mismo año, el señor Ruiz fue sometido a una segunda operación. En la misma se abrieron los “flaps” quedando la herida abierta. Se limpió el área con agua salina, se tomaron cultivos de tejido profundo y se pasó al señor Ruiz al cuarto de recuperación. El resultado del cultivo llegó el 14 de octubre de 1997 y reflejó que estaba presente una pseudomona aeuroginosa. La pseudomona es un bacilo que se da con cierta frecuencia en el ambiente hospitalario pero que también puede encontrarse en cualquier lugar de la comunidad, incluso hasta en la flora de la piel de algunas personas.

Dentro del hospital puede encontrarse en la sala de operaciones, en el área de medicina o en el área de cirugía. Puede infectar a pacientes con factores de riesgos de infección, como a pacientes sin factores de riesgos. Se reflejó que el pseudomona que afectaba al señor Ruiz no era sensitivo a los antibióticos que le habían suministrado por lo que, el Dr. Carlo consultó entonces a una infectóloga el 14 de octubre del 1997. Es conocido que la participación del infectólogo se activa con la consulta del médico de cabecera quedando si consultar o no a la discreción de éste, ya que no hay norma de cuidado que requiera que el infectólogo sea consultado en todos los casos de infección. El señor Ruiz fue tratado con...

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