Llanto en el Tribunal Federal

Por Daniel Rivera Vargas

drivera2@elnuevodia.com

El policía suspendido Alberto de la Rosa Reyes, padre de seis hijos (el menor de siete meses), entró ayer a la sala judicial como jamás lo había hecho: esposado en las muñecas y encadenado en los pies, con uniforme de preso.

Allí estaban su padre y su cónyuge, quien lucía nerviosa. Su abogado Rafael Anglada no logró convencer al magistrado Bruce McGiverin de que dejara libre bajo fianza a De la Rosa, quien admitió haber usado esteroides y presenta récord previo por violencia doméstica.

Fue sacado de sala por alguaciles federales, pero antes de hacerlo se volteó hacia su padre y su mujer.

"Te amo, bendición", les dijo De la Rosa, natural de Utuado.

El estacionamiento estaba lleno y había fila para entrar a la corte federal. Eran tantos los familiares que no todos podían accesar a la sala y muchos esperaban bajo el sol en las afueras del tribunal.

Eran tantos los acusados que el trabajo se dividió en dos magistrados que, con salas llenas, parecía que no terminarían en un día. Eran las vistas de fianza y lectura de cargos contra 133 acusados de narcotráfico, casi 100 de ellos policías estatales, municipales y oficiales correccionales.

Familiares en la sala, algunos jovencitos que quizá no tenían 20 años, lloraban o lucían tristes. De la misma manera salían los parientes y allegados del edificio federal, muchos sin querer hablar con la prensa.

Otros, como el caborrojeño Rubén Acosta, criticaban la forma en que los federales intervinieron con su hija Brenda, con siete años en la Policía.

"El apartamento de la nena ellos se lo destrozaron, ella vive en Vega Alta y yo en Boquerón. Lo que me...

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