Se llega lento, pero se llega

ANA TERESA TORO ana.toro@gfrmdia.com

FOTOS POR RAMÓN 'TONITO' ZAYAS TONITO.ZAYAS@gfrmedia.com

En una esquina frente a la plaza se anuncian las guaguas que salen a Caguas, Santa Isabel, Salinas, Aguadilla, Arecibo y Ponce. Están en fila, puertas abiertas y choferes listos. Juan Alberto González, de Río Piedras, conduce la que viaja a Ponce a un costo de $20 por pasajero. "Pero el que me dé los $100 de los cinco pasajes lo llevo", dice este hombre que posee uno de los sobre 3,000 vehículos que, según los datos oficiales más recientes (2010), conforman este sistema, el único que ofrece transportación colectiva a todo el país y mueve a unos 130 mil pasajeros diarios de lunes a sábado y recorriendo casi 500 rutas.

Los porteadores públicos son dueños de sus vehículos (a veces más de uno) y cada uno opera como una pequeña empresa privada, sin subsidios y autorizados mediante franquicias que especifican ruta y tarifa. Por lo general, están organizados en uniones por rutas que, a su vez, se agrupan en asociaciones o federaciones por región. Pero cada vez son menos. Todo el mundo quiere tener un carro -dicen- y la pesca de pasajeros se vuelve cuesta arriba.

Pero ahí están, de puertas abiertas, esperando.

En esa fila el tiempo se mueve más lento. La guagua sale cuando se llena y para que eso suceda puede pasar media, una o hasta más de dos horas. Quisimos ir de Río Piedras a Cayey porque, aunque pareciera que en esta Isla hay más carros que gente, muchos la recorren en transporte colectivo y decir movilidad es decir mucha cosa.

Fuimos advertidos de que saliendo a esa hora, probablemente no podríamos regresar de Cayey. Porque si una cosa tiene este sistema es que es esencialmente diurno. Al poco tiempo de estar allí, una guagua grande se ubica en la esquina de la plaza. "Esas pasan cada quince minutos porque son de una compañía y a los choferes les pagan se monte o no se monte nadie", nos orientan los choferes a sabiendas de que perderían dos pasajeros. Por $1.25 ya vamos en ruta a Caguas y apenas son las 11:15 a.m. Quizás, con suerte, llegaríamos hasta Cayey. Ahora, el regreso, eso sería otro tema.

La guagua es de 1990, con sillas marrones con diseños de líneas en tonos amarillos y anaranjados. Tiene aire acondicionado y un leve olor a viejo que no incómoda, pero que recuerda que esa máquina ha ido y ha venido mucho más que la mayoría de los que vamos allí. Vamos poco a poco recogiendo personas en distintas paradas hasta caer en la carretera vieja...

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