¿Lloramos o reímos?

SILVERIO PÉREZ

HUMORISTA

Es muy complicada la labor de hacer reír a un país que acaba de sobrepasar la cifra de los mil asesinatos en un año, pero es necesario pues la otra opción sería echarse a llorar. Hay que agarrarse de la patética figura del superintendente de la Policía que, con su desánimo, retrata perfectamente el esfuerzo que el gobierno de turno pone en detener el baño de sangre en esta narcocolonia.

Pero más patético aún es el nivel de discusión de los dos principales candidatos a la gobernación sobre ese importante tema. Ninguno mira a la desigualdad social, a la pobreza y a la deserción escolar como los semilleros de la criminalidad. Uno les entrega a los federales la responsabilidad y el otro a la Guardia Nacional, desconociendo el último que todo lo que tenga que ver con la entrada de armas y drogas al País es responsabilidad única del gobierno de los Estados Unidos por virtud de que somos "un territorio que pertenece a, pero no es parte de", o sea, una colonia. A Estados Unidos le conviene que el tráfico de armas y drogas sea por acá, lejos de sus costas. Somos su válvula de escape. Pero hay que reír imaginándonos guardias regordetes, portando armas obsoletas, en camiones oxidados de la Guardia Nacional, oteando el horizonte y rogándole a Dios que no sea a ellos a los que les toque la suerte de enfrentarse a la llegada de un gran cargamento clandestino.

Los personajes que pueblan la fauna capitolina son otra tabla de salvación para hacer reír. Al pichón de dictadorzuelo que preside el Senado se le va cerrando el círculo lentamente. Los miembros de su Club de Amigos siguen saliendo culpables debido a que, según él, los jueces y el jurado se equivocan. Cuando la senadora Sila María González Calderón se...

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