Lloran a los niños de El Prado

Por Yaritza Rivas

yrivas@elnuevodia.com

Ambos niños fueron dos de las seis víctimas que perecieron luego de ser arrolladas por un conductor que iba en un auto robado y que huyó luego de impactarlos en la intersección del residencial El Prado con la carretera 181, en Río Piedras.

Para expresarles a sus hijos lo mucho que los ama, Saldaña colocó globos y un casco de los personajes Transformers en un poste peatonal ubicado en la isleta donde sus hijos esperaban para cruzar cuando fueron arrollados. Estaban allí junto a su tía, su bisabuela y sus primos.

Saldaña recibió apoyo de unos agentes de la Policía que investigaban la escena. Mientras, una conductora se detuvo un instante para ofrecer las condolencias.

"Le acompaño en sus sentimientos", dijo antes de continuar la marcha.

En el lugar, fallecieron en el acto el pequeño Anthony, su bisabuela doña Laura Vivas Rodríguez, de 73 años, y su primita de tres años, Laura 'Lauris' Montalvo Calderón.

Más tarde, en el hospital, murió Génesis, al igual que su tía, Raiza Calderón García, de 21 años, y la infante Amanda Calderón, de 10 meses.

La hija mayor de Raiza, Yaisa Montalvo Calderón, de 5 años, sobrevivió la embestida y se encontraba estable y recuperándose en el Centro Médico de Río Piedras.

Aunque afectado y lloroso, Saldaña pedía que no sacaran los globos del lugar. "Vengo a decirles lo mucho que los amo. Él era mi hijo menor, mi bebé", dijo, y aseguró que a los responsables de la muerte de su hijo los "pone en las manos de Dios".

"La justicia de Dios no falla", dijo antes de trasladarse al centro comunal del residencial, donde trabajadores sociales y empleados del Departamento de la Familia y la junta de vecinos brindaban apoyo, especialmente con las gestiones para los actos fúnebres.

Saldaña es vecino de Naranjito y compartía con Génesis y Anthony dos fines de semana al mes, según dijo.

"La nena siempre me decía: 'Te amo Papi, te amo Papi'. Pero yo la amo más", lloraba Saldaña al ver las palabras escritas por Génesis en un carta, mientras recibía apoyo de su compañera Madeline Collazo y su hermano, Guillermo Trinidad Pradera.

Trinidad Pradera llegó hasta el lugar donde fallecieron sus sobrinos y sembró unas flores en la isleta donde aún había rastros de sangre.

En la carretera no había marcas de llantas, ni frenazos.

Mientras en el residencial, vecinos que preferieron no identificarse por respeto a las familias indicaron que doña Laura siempre andaba "pa' arriba y pa' abajo" con los biznietos...

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