La loca realidad puertorriqueña

por carmen dolores hernández

fotos por ángel luis garcía

Su entrada en el mundo literario viene amparada por la de otro inolvidable loco, don Quijote. Más que de imitación o parodia, se trata, empero, de trasladar a nuestro entorno el desajuste entre una mente empeñada en imponer su visión de mundo y una realidad inatrapable e inclasificable por ser, ella misma, demencial y alucinante, más aún que la quimérica y cervantina isla Barataria.

Un admirable dominio del lenguaje, una certera voluntad de estilo y la habilidad de captar la viveza de las expresiones y el habla popular realzan las tres salidas que Chiquitín hace desde su hogar en la urbanización Constancia de Ponce. Empeñado en conseguir el "Guanín Sagrado" del bravo Agüeybaná II, Chiquitín no hace sino meterse en líos que achaca a sus enemigos, los odiados separatistas -reales o imaginados- contra quienes cultiva una inquina feroz.

Montado en "Anacaona" -bicicleta reconstruida que arrastra una carretilla con sus útiles de arqueología- se propone excavar hasta encontrar el Guanín, pero el cansancio lo lleva a un motel donde, tras varios encontronazos con el personal, consigue una habitación que resulta vecina de otra donde se reúnen varios políticos anexionistas del país y no precisamente para rezar, sino para repartirse las ganancias de la venta de un Hospital Regional. Incapaz de pensar mal de sus correligionarios, Chiquitín entiende que están en asuntos de estado y les expresa su adhesión.

La salida central del libro es -como en el Quijote- una...

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