Loíza enfrenta el desastre

LOÍZA.- La ayuda que recibirá este pueblo para auxiliar a las 79 familias que perdieron sus casas por el paso del huracán Irma dará un alivio al municipio, que tiene recursos limitados para atender las necesidades de los loiceños.

Hace tres días, Loíza fue declarado zona de desastre por la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, en inglés), y resultó elegible para el Programa de Asistencia Pública y el de Asistencia Individual.

Para la alcaldesa Julia Nazario, la noticia da esperanza el pueblo, tanto en términos del recogido de escombros y reparación de infraestructura, como de ayuda directa a las decenas de personas que perdieron sus hogares.

“Hemos estado haciendo grandes sacrificios para poder recoger escombros, y esto, ahora, nos da la oportunidad de que todo lo que hagamos nos lo reembolsen”, declaró la funcionaria, desde su oficina en el segundo piso del ayuntamiento.

Dada la incapacidad del municipio para “ayudar a tantas personas” que perdieron sus hogares, o que, de alguna manera el huracán Irma les hizo algún daño, la alcaldesa insistió que la ayuda federal proveniente de FEMA también deja al pueblo espacio para maniobrar con otras personas necesitadas.

“Nosotros podemos ocuparnos de aquellas personas que no cualifiquen, por alguna razón, por las titularidades o porque está en zonas inundables”, comentó la primera ejecutiva municipal.

Precisamente, en Villa Cristiana –una comunidad cercana a la playa en cuyas calles todavía se acumula la arena-, la penetración del mar y las goteras y filtraciones de los techos han dejado a residentes con colchones húmedos, muebles inutilizables y rendijas en los techos por donde se sigue colando agua con cada llovizna.

Felícita Ortiz contó que su casa sigue inundándose levemente cuando llueve, puesto que el viento arrancó los paneles de cartón en su techo. Frente a la casa de José Luis Díaz, un árbol sigue tumbado contra el tendido eléctrico. Dentro de la casa del policía, todavía quedan restos de humedad que Díaz indicó que se deben a que los dos paneles de su techo triangulado de madera están separados a consecuencia de los vientos huracanados.

Y a Rosa María Bernard, todos los “matres” se le mojaron, y en las paredes quedan impregnadas las líneas de las goteras. Además, las fuertes lluvias y la penetración del mar, le destrozó los cultivos de plátano, guineo y yautía.

“Tuvimos que cortarlo todo”, dijo Bernard mientras señalaba el terreno que colinda con su residencia, con árboles...

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