Luce López-Baralt y el amor de Ernesto Cardenal

Por Fco. Javier Sancho Más

Especial para El Nuevo Día

"Cuando aquel mediodía del 2 de junio, un sábado,

Somoza García pasó como rayo por la avenida Roosevelt sonando todas las bocinas para espantar el tráfico,

en ese mismo instante."

Vida perdida, Memoria 1

Ernesto Cardenal

Si se mira bien, no hay otro poeta, de entre todos los clásicos castellanos, que haya influido tanto en la literatura contemporánea como san Juan de la Cruz. Pero aún se necesitan más estudios sobre la huella del autor de la Noche oscura en obras tan importantes como las de T. S. Eliot, P. Valery, o J. R. Jiménez. Pero ha sido la influencia de Luce López-Baralt y sus estudios sobre la influencia musulmana en la obra del místico español la que ha influido directamente en la creación de autores como Goytisolo y Cardenal. Uno de esos brillantes ejemplos en los que la obra de una investigadora influye sobre la de los poetas y narradores, y no al revés.

Quizá, Ernesto Cardenal es quien encarna mejor las dos naturalezas de san Juan de la Cruz: la de poeta, y la de religioso y místico. Pero también la del enamorado, la del sensual, y la del perseguido político-religioso. La vertiente mística de Cardenal, mucho menos investigada que la de su compromiso religioso y revolucionario, resulta tan excitante e intensa como las imágenes de un encuentro erótico con Dios.

Después de haber recorrido a pie muchas leguas entre Castilla y Andalucía, cimentando la reforma carmelita, san Juan de la Cruz solicitó permiso para emprender el que con toda probabilidad sería su último viaje: fundar el primer convento descalzo en México. Las inquinas de algunos de sus hermanos y la enfermedad le impidieron realizar ese viaje. Agonizando ya en una celda de Úbeda, interrumpió los rezos por su alma y pidió que le leyesen, a cambio, el Cantar de los cantares, a pesar de los problemas que el epitalamio bíblico había causado a quienes osaron traducirlo al castellano del siglo XVI. Pero san Juan de la Cruz era un poeta que reivindicaba su relación erótica con Dios, así que no imagino palabras más apropiadas que estas de los primeros versos del Cantar para antes de morir: "Que me bese con los besos de su boca".

Aunque el carmelita descalzo no llegó a pisar nunca tierra americana, hoy contamos con la obra de este discípulo aventajado, compatriota de Darío, su "paisano inevitable", como lo definió Coronel Urtecho. El galardón del premio Reina Sofía de poesía iberoamericana a Ernesto Cardenal coincide este año...

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