Lucha con tenacidad

Inés Marrero Ortiz comenzó una relación con el padre de sus tres hijas cuando tenía 21 años. Para entonces, todo era color de rosa. No había discusiones ni problemas, hasta que quedó embarazada de su primogénita."Pensaba que iba a cambiar. No hubo golpes por buen tiempo", sostuvo.Tras su segundo embarazo, la familia se mudó a Estados Unidos, donde aumentaron los problemas, al punto que decidió regresar a Puerto Rico. Al poco tiempo, su compañero regresó al país, le pidió perdón y reanudaron la relación. Durante su tercer embarazo, continuaron las agresiones y el maltrato.Por recomendación de un familiar de su pareja decidió buscar ayuda. Se encontraba armando su plan de escape cuando, un día a la medianoche, su compañero llegó a la casa y, tras una fuerte discusión, le dio un puño en el ojo. "Mi hija mayor, que tenía entonces cinco años, lo vio, y pensé ‘¿esto es lo que quiero para mis hijas?’", cuestionó.Marrero Ortiz llamó a la Policía, pero los agentes que atendieron la llamada resultaron ser amigos del agresor y, en lugar de tramitar una orden de protección contra él, llamaron a su padre para que lo fuera a buscar. "Él se fue y regresó luego, pero (empleados de) Servicios Sociales (Departamento de la Familia) fueron a la casa al otro día, y la trabajadora social vio que había violencia doméstica, no maltrato. Nos dijo que, si seguía, en la próxima cita, iban a quitarnos a las nenas", recordó.Eso fue suficiente para que llamara a la Casa Protegida Julia de Burgos, solicitara una orden de protección y se albergara junto a sus tres hijas, entonces de uno, tres y cinco años. Se mudaron a una vivienda transitoria por dos años...

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