A LA LUZ DE LaChapelle

Por Ana Teresa Toro.ana.toro@elnuevodia.com

fotos por carlos giusti

A la primera cita, no llegó. El aura de "rock star" comenzó a crecer. "Está cansado". "Llegó enfermo". "A él no le gusta ser protagonista, es un tipo muy sencillo". Más ausencia. Más misterio.

Dos días después nos recibió en la villa del hotel donde se hospedaba en Río Grande. Se percibe sereno, como si se le paseara el alma por el cuerpo.

"Cuando vivía en Nueva York, en invierno, venía mucho a Puerto Rico. Compraba un pasaje y a las tres de la tarde estaba bañándome desnudo en el Yunque", cuenta. Desde los 6 años visita nuestras playas, y aquí nació su pasión por la fotografía cuando, en medio de unas vacaciones, su madre le regaló su primera cámara.

Quiere piña colada, pero no hay. "Pueden hacerla en la barra", insiste con el mismo tono meloso con el que asegura que nunca ha querido ser una celebridad. Son sutiles sus contradicciones. Coquetas.

Es difícil mantener el anonimato. Es un artista consagrado y es el fotógrafo que ha documentando, con su lente y sus irreverentes conceptos, a las estrellas más cotizadas del "mainstream" norteamericano. Decir LaChapelle para muchos es hablar de imágenes grotescas, glamorosas o kistch. "La gente tiene derecho a tener sus opiniones. Yo trabajo con lo visual, las palabras son palabras y desaparecen. La fotografía tiene más impacto. Siempre dudo de quien me quiere demasiado o me odia demasiado", dice. "Kistch es una palabra que mucha gente usa cuando no entiende bien lo que está observando".

Otra vez la duda, esta vez en su piel. Pues, mientras cuestiona el universo verbal, en su cuerpo se leen tatuajes de nombres y frases. "Michael" lee uno de los dedos de su mano izquierda. "L-U-I-S", deletrean los dedos de su mano derecha, en cuya muñeca también se lee: "Don't dream it, be it". En su corazón un nombre en cursivo que no se descifra fácil.

Ha visto su exhibición, ha charlado con estudiantes y coleccionistas. "Suelo ser muy peculiar con mis cosas y en esta exhibición no tuve nada que ver y tengo que decir que no cambiaría nada. Me sorprendí muchísimo porque este es un museo pequeño pero de clase mundial. Encontré una pequeña joya aquí", opinó.

La exhibición recoge obras de sus distintos periodos. Instalación y piezas en distintos formatos dan una idea de sus experimentaciones técnicas. Igual sucede con el contenido. Piezas de temas religiosos, sexuales y económicos convergen con imágenes creadas, en un principio, para revistas de moda...

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