Con la música por dentro

Por Ileana Delgado Castro

idelgado@elnuevodia.com

Pero quien la conoce sabe que el hábito que viste sor Germana, madre superiora del Convento de las Hermanas Dominicas de Fátima, en Maricao, no impide que su sentido del humor aflore cuando las hermanas menos lo esperan.

Así, de vez en cuando, les hace una que otra broma que arranca risas -o puede que hasta moleste- según a quien le toque. Aunque ella lo ve como una forma de diversión sana que, de hecho, promueve que se haga entre las monjas del convento. Como la que les hace a sus compañeras cuando salen de misa y ella se adelanta para esconderse y asustarlas. O cuando amarró latas vacías al auto del sacerdote de la parroquia y, aunque se tenían ciertas sospechas, nadie le supo decir al cura quién había sido.

"Ella es exactamente como la ven, muy sencilla y siempre alegre. Tiene una mezcla entre hacer las cosas siempre bien, como se tienen que hacer, pero a la vez es flexible", afirma sor Constancia, quien tan solo lleva tres meses en el convento y dice que al principio no entendía "eso de que ella nos dijera que había que hacer maldades".

Precisamente, esa imagen de persona alegre y campechana es la que sor Germana proyecta tan pronto recibe a sus visitantes en el portón del convento. Con un efusivo abrazo y una franca sonrisa nos da la bienvenida y anuncia que otra de las hermanas, sor Fernanda, preparó un rico almuerzo. Fue, de hecho, el preámbulo para una interesante conversación en la que habló de su vida como religiosa y el porqué de sus andares en la música.

Quizás por eso casi no advertimos el primer indicio de su tan comentado humor. Fue cuando, después de servir el postre -una copa de helado de coco, coronado con crema batida y una cereza-, le dio las gracias a sor Fernanda "que se había pasado toda la mañana rallando coco para hacer el helado".

Nació en Cabo Rojo, pero su familia se mudó a San Germán cuando solo tenía unos días de nacida. Así que se siente sangermeña de corazón y no hay forma de que pueda ocultar su amor por el pueblo. Al punto que su nombre de religiosa es en su honor.

Así, sor María Germana Rodríguez, primero bautizada como Aida Iris Rodríguez, creció en el seno de un hogar muy humilde, con tres hermanas mayores, su madre y el abuelo materno que, según dice, las educaron y formaron.

Desde muy joven, recuerda, frecuentemente se daba unas "escapaditas" a un monte cercano, donde se sentaba a escribir sus pensamientos. Adolescente al fin, dice que, luego de...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR