'A mí me gusta mi caserío'

Por Osman Pérez Méndez

osman.perez@gfrmedia.com

"Esto ha estado formidable, una actividad muy bonita. Esto nunca se había hecho aquí", afirmó Marco Antonio Torres, quien disfrutaba al aire libre junto a su esposa, Esperanza Fernández, del programa nocturno del evento.

La pareja de la tercera edad, que lleva 17 años viviendo en el residencial cagüeño, comentó que más temprano en el día habían participado de otras actividades, como realizarse pruebas médicas. Torres añadió que se había visto a personas del residencial pintando y recogiendo basura.

"Espero que se siga repitiendo porque esto es un bien para todos", insistió Torres.

El residencial Raúl Castellón ha vivido momentos de angustia y terror, y tan reciente como finales del 2012 se decía que vivía una guerra por el control de puntos de droga con el residencial Jiménez García. En septiembre de ese año fue asesinada allí la líder comunitaria Marisol Luciano Malavé, y en junio de 2013 volvió a correr la sangre frente al complejo de viviendas cuando fue asesinado un joven de 17 años en una balacera en que otras dos personas también resultaron heridas.

Pero el viernes en la noche, el ambiente era diferente. Por todo el residencial había niños jugando y adultos conversando tranquilamente en las áreas públicas y en la cancha, que lucía recién pintada. Las calles se veían limpias y todo lucía en orden.

A un costado de la carpa principal, sentada en la entrada de su casa, Estephanie Rosario disfrutaba la música clásica que tocaba una orquesta juvenil con su bebé en brazos, que también parecía gozar la melodía, porque permanecía tranquilo y sin dar muestras de molestia.

Para Adelina Hernández, mamá de Rosario, fue "la primera vez que oigo música clásica".

"Y es aquí frente a nuestra casa. Ojalá se repita. Llevo 12 años aquí y es la primera ocasión que veo algo así. A los bebés les gustó la música. Ha estado todo muy bien. Hacía falta esto aquí", afirmó sonriente Hernández.

A pasos de allí, otra de las residentes, Ana Rodríguez, conocía al huésped que alojaría en su casa esa noche: el secretario de la Vivienda, Rubén Ríos.

"Yo no sabía quién era usted hasta hoy. ¡Dios mío, eso no es nada malo, ¿verdad?!", le dijo Rodríguez al secretario con una mezcla de ingenuidad y franqueza, mientras estaban sentados ambos en el sofá de su apartamento, frente a una pared con fotos de los hijos de Rodríguez.

"Ah, pues ya me conoce, un calvito, gordito, buena gente", respondió sonriendo el secretario, quien como...

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