Madre e hijo claman ayuda para salir

“Ese huracán nos dejó sin vida”.

A Norma Vázquez, más que arrebatarle sus pertenencias, el huracán María le arrancó su familia, dejándola sumida en una desesperanza que acrecienta en medio de un crítico cuadro de salud que la tiene al aborde del abismo emocional.

Su mayor anhelo -aparte de recibir la atención médica indicada para sus innumerables condiciones de salud- es reencontrarse con sus parientes con quienes compartía el hogar hasta aquel 20 de septiembre.

“Mi familia se dispersó, nos quedamos nosotros nada más. La verdad es que yo me quiero ir con ellos, yo no quiero ya esto más”, sostuvo Vázquez, quien vive en el barrio Galateo de Toa Alta con un primo y su único hijo, Víctor Manuel Rosado, de 20 años.

Para su vástago, el deseo es que pueda estudiar y que lleve una vida lo más normal posible para un joven de su edad. Por ahora, Rosado pasa sus días velando a su madre. “Él es un chico que fue excelencia toda su vida y ahora está cuidándome, no es justo. No es justo porque él tiene derecho a un futuro”, sostuvo la mujer.

“Hemos pasado ya muchos sustos... Primero ella y después yo”, dijo el joven, quien tuvo que dejar sus estudios en electricidad debido -entre otras cosas- a la atención que ha tenido en el cuidado de su mamá.

A solo días del paso del huracán, Rosado asumió la tarea de buscar un vuelo humanitario a través del cual pudiera sacar de la isla a su progenitoria. Relató que llamó a las agencias federales y estatales, acudió a centros de ayuda municipales y hasta llamó a La Fortaleza.

También acudió a la alcaldía, a la Oficina de Ayuda al Ciudadano de Toa Alta, a la oficina de la Compañía de Turismo, en el Viejo San Juan, y hasta le escribió a artistas que estaban...

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