Madrugador imprescindible

Por Laura N. Pérez Sánchez

laura.perez@elnuevodia.com

A las 3:00 de la mañana de casi todos los días, Rivera se despierta y alista el desayuno que le dará las energías para, una hora después, comenzar la jornada como recogedor de basura.

Todavía a oscuras, comienza el recorrido que lo lleva por decenas de calles y callejones, entre gallos que se cruzan en el camino y vecinos que, cuando empieza a clarear el día, salen a sus trabajos o se asoman al escuchar el camión para asegurarse de que sus desperdicios no se queden dentro del zafacón.

Muchos se quejan y hasta pelean porque queda algún residuo al fondo del "dron" o cuando no les vacían un zafacón que pesa demasiado, dice Rivera, pero otros agradecen el trabajo, y hay hasta quien los recibe, siempre, con una taza de café.

"Tenemos que bregar con muchos drones pesados... La gente no entiende que nosotros no somos superhumanos", dice Rivera sobre la carga que a sus 49 años, no solamente le ha dejado una lesión en la espalda, sino también dos años de visitas al Fondo del Seguro del Estado hasta confirmar que una jeringuilla que traspasó la bolsa en la que la botaron, luego su guante y finalmente su dedo no lo había infectado.

A pesar de los riesgos, la mañana transcurre para Rivera y sus tres compañeros de brigada entre chistes y bromas, alternándose las responsabilidades hasta recoger la basura de más de 400 casas y negocios.

Se mueve de la cabina del camión a los drones y de allí al escalón que lo acerca a la pala que comprime la basura con la soltura de un bailarín que practica la misma coreografía hace 14 años.

No hay un paso en falso para este yaucano que llegó a Ceiba hace casi dos décadas, pero no desde el pueblo del café, sino desde Estados Unidos, donde están tres de sus cinco hijos, todos hombres.

"(Están allá) por lo que la mayoría de la gente se va de aquí, en busca de mejores condiciones", dice mientras disfruta el café del descanso a mitad de recorrido, cuando el chofer tiene que llevar el camión a descargar al vertedero que está a 20 minutos de distancia.

Le cuesta esconder...

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