Malala tiene quién le escriba

LUIS RAFAEL SÁNCHEZ

ESCRITOR

Malala, me disculpo. Por intentar dirigirme a ti sin regodeos, en señal de respeto a la madurez moral de tus catorce años, erróneamente definí el alcance de la mirada como precario. Rectifico y añado que en el mirar, como en el ver, siempre hay lección y aprendizaje. Pues tanto el uno como el otro llevan a transitar por el conocimiento y a acercarse a la sabiduría.

Tú sabes más que yo de lo acabado de escribir. Por aspirar a hacer tuyos los sueños, las ideas y los universos que construyen los libros, por empeñarte en mirar y ver las letras y las palabras, e insistir en adentrar las construcciones hechas de letras y palabras, fue que te sembraron una bala en la cabeza.

Lo hicieron, canallamente, en el nombre de un dios. Como si el nombre del tal dios pudiera escudar la abominable cobardía, o responsabilizarse por ella. Malala, buena amiga, ojalá algún día podamos coincidir, en la afirmación temeraria que hago seguido: si los dioses nos esclavizan, ¿por qué habríamos de adorarlos?

Como te dije al principio, aun sabiendo que nunca recibirás ésta, me siento a escribirla, de puño y letra. Obliga su escritura la necesidad de expresar la vergüenza en que me sume el atropello salvaje a tu persona. ¡Tienes catorce años, Malala, y ya incomoda a la bestia de turno el natural deseo que tienes de leer, aprender, conocer, saber! ¡Tienes catorce años, Malala, y ya te reprimen y castigan porque, ahora mismo, en ti todo es comienzo y búsqueda, descubrimiento y esperanza!

También me obliga a escribirte la vergüenza transformada en rabia cuando supe del despliegue reincidente de los evangelios que no consigo en librería alguna, los Evangelios del Odio. Llámese como se llame, Cristo Redentor, Jehová, El Padre Eterno, Alá, Buda, Zeus, Júpiter, Changó, Wakatanka, Huiracocha, si el corazón del dios no lo nutren la tolerancia y la piedad, entonces ese corazón divino necesita un tune-up radical.

Una confidencia te hago, a riesgo de que descubras mi carencia absoluta de refinamiento intelectual. Refinamiento que, por otro lado, permite a individuos de esencia decente y respetuosa, examinar la barbarie como flexión de la cultura.

Y es la confidencia que yo el silvestre, yo el nada "politically correct", yo el también decente y respetuoso, me niego a examinar la barbarie como flexión cultural. Apostar a asesinarte, por motivo del "espantoso" crimen en que...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR