Mallorcas

Yara Liceaga

Cada derrota personal, cada ruina de pequeño o mediano empresario, inunda el aire del conocido aroma nauseabundo del desasosiego.

Una situación que da ganas de abrir la boca y devolver.

Entonces al último minuto, ya casi a punto de no poderse arreglar la situación, los que pueden dar un "empujón" se "ponen pa' su número".

El último minuto en este país es sagrado. Por eso compramos los libros de la escuela una semana antes del comienzo escolar y salimos en estampida a entregar las planillas el mismo 15 de abril.

"La Bombonera" es sólo un triste ejemplo. Con una semana para el desahucio, se concretan reuniones y acuerdos para salvar ese espacio más antiguo que tú y que yo y que en la mente colectiva es un negocio que siempre estará.

No es hasta la amenaza de cierre que todos nos asombramos de cuán frágil está el asunto de la economía, aunque cada quién bregue con su propio revolú desde hace años. Sorprende que la amenaza se sienta como que fuera de un día para otro.

Como es casi cada seis meses (y cuidao') que nuestra familia se puede permitir el lujo de comerse unas...

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