La mancha que nos une
Por Ana Teresa Toro
ana.toro@elnuevodia.com
Mata de plátano, a ti,
a ti te debo la mancha
que ni el jabón ni la plancha
quitan de encima de mí.
Desque jíbaro nací
al aire llevo el tesoro
de tu racimo de oro
y tu hoja verde y ancha;
Llevaré siempre la mancha
por secula seculorum.
La mancha de plátano
Luis Llorens Torres
Yulín es soberanista, lo que, en un vocabulario menos político y más simbólico, sería lo mismo que decir que su mancha de plátano está -quizás- un poco más expuesta. El poeta Luis Llorens Torres así lo estableció, casi como un conjuro, en su poema La mancha de plátano, con el que dejó en nuestra memoria colectiva y en esa frase que todos conocen la noción de que la identidad puertorriqueña está irremediablemente ligada a la idea de una mancha que nada en la tierra puede eliminar.
No hay blanqueador que pueda con ella. No hay lavado posible. Después de todo, la historia del país explica con muy poco esfuerzo la metáfora. Estamos ante una Isla que por mucho tiempo fue intervenida culturalmente, con un idioma vernáculo amenazado y una identidad híbrida que se ha ido cuajando a fuerza de las tensiones que surgen de la ambigüedad.
Por eso no es de extrañar que más de uno llame orgulloso a un lunar particular "su mancha de plátano", su marca de nacimiento, su recordatorio físico de ser y estar, de pertenecer a esta cultura.
Igualmente, por eso no ha de extrañar que a lo largo de la historia de nuestra plástica hayan sido muchos -y continúan siendo- los artistas que han encontrado en la representación visual del plátano una manera idónea para establecer un comentario sobre nuestra realidad. Lo interesante, además, es que es algo que ha sucedido en distintos y distantes momentos históricos.
De modo que, al momento de replantearse la exhibición de la colección permanente del Museo de Arte de Puerto Rico (MAPR), su curador, Juan Carlos López Quintero, encuentre en estas obras un argumento plástico que, literalmente, merece una sala aparte. Así nació, en el marco de Interconexiones: lecturas curatoriales de la colección del MAPR, una de las salas que integra la exhibición y que lleva por título Plátano Pride: orgullo y desafío.
En dicho espacio se presenta una selección de seis obras icónicas en las que, desde la figura del plátano, se le presenta al espectador una mirada a temas vinculados con la puertorriqueñidad como la masculinidad, la identidad nacional, las nuevas maneras de ser boricua desde la diáspora, los valores trastocados...
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