Manierismos

Miguel Rodríguez Casellas

De Santini uno recuerda el movimiento fraccionado, que fluye azarosamente entre descolocado y recompuesto. Su extraña gestualidad desata especulaciones, pudiera ser una patología del cuerpo que aún desconocemos.

Schatz tiene un ceño prodigioso, cuyo alcance dramático oscila entre la intimidación pendenciera -que lo ha hecho una estrella- hasta la mirada dulce que pone cada vez que Kobbo lo interroga. Sonrisas he visto.

Sila pasó a ser inmortal con la mano al aire, puño severo, ojos extra-abiertos impulsando la frente hacia el techo. Pocos recuerdan la sentencia, se la llevó el viento.

El tartamudeo de Carlos Romero sugería el descontrol interno. Mucho más elocuentes fueron los escuadrones paramilitares que bajo su mandato florecieron en la Policía frente a las narices de Ygrí Rivera, sí, la villana de grotesco maquillaje que detestaron las cámaras durante la última huelga universitaria.

Alejandro y Fortuño comparten una suavidad agradable, si el formato es íntimo, e irritante cuando viene del podio. Ambos adolecen de recursos gestuales para manejar grandes audiencias, salvo los ojos, fotogénicamente separados en Fortuño, de claridad infinita en Alejandro...

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